1- nerviosismo al MÁXIMO

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La desesperación me invadió, no sabía cómo sentirme al respecto y mi cuerpo no tenía control ni sabía cómo reaccionar ante tal situación, mis piernas temblaban y mi frente sudaba a cuenta gota, una parte de mí quería huir de ahí

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La desesperación me invadió, no sabía cómo sentirme al respecto y mi cuerpo no tenía control ni sabía cómo reaccionar ante tal situación, mis piernas temblaban y mi frente sudaba a cuenta gota, una parte de mí quería huir de ahí.

Me levanté de la incómoda cilla de metal en la que estaba sentado, comencé a dar vueltas como un maldito loco por el largo pasillo. Solo esperando a que las puertas se abrieran, pero para mi desgracia no lo hacían, tome mi saco reposado sobre la silla y decidí salir, necesitaba aire fresco en calidad de urgencia y para despejar mi ocupada mente. Así fue como me di cuenta de lo patético que estaba actuando, pues una pareja se me quedo viendo, pero no podía hacer nada con este nerviosismo.

Salí sin más, por la puerta principal, que se abrió automáticamente, el frío de la noche me recibió dándome de lleno en la cara, pro visionándome del aire fresco que necesitaba y un poco de tranquilidad.

A tientas esculque entre los bolsillos de mi saco y tome un cigarrillo. Justo lo que estaba buscando lo prendí sin pensar demasiado. Le di la primera calada y de inmediato el humo invadió mis pulmones relajando mi estrés. Cinco aspiraciones después, fueron suficientes para acabármelo, eso me frustro, no lo podía creer. Me entro la terrible necesidad de prender otro, pero lo reconsideré por ella.

Cuando lo termine, deposite la colilla en el elegante cenicero con piedras fuera del lugar y entre de nuevo por la puerta. Una sonrisa se me escapo ante el recuerdo que surco mi mente, ella me regañaría de nuevo si supiera que mi viejo hábito regresó, no es mi culpa y tampoco deseo justificarme, si no fuera por ella yo... definitiva e innegablemente, no me sentiría así.

La necesidad de apoyarla en estos momentos era mayor a mis temores, así que decidí regresar a mi incómoda silla a esperar aquellas esquivas noticias, que nunca llegaban.

Las horas pasaban muy lentamente, lamentablemente los nervios siguieron haciendo sus juzgadas en mi cuerpo, hasta que mi celular sonó.

Aparentemente, unos clientes no habían aceptado el trato a pesar de que mande a Hanzo, mi mano derecha. Ellos se negaron y no aceptaron la propuesta alegando que el trato la habían hecho directamente conmigo.

Eso me molesto, pero en el momento en el que me encontraba no me importo, en otras circunstancias habría salido corriendo e invitarles una cena a mis negociadores, esa acción arreglaría el problema sin dudas, en esta ocasión no sería así, tenía que mantenerme hay sin importar las consecuencias. De pronto las puertas se abrieron y salió una enfermera.

—¡felicidades, Sr. Tobe!, es usted el orgulloso padre de un lindo niño y—me sonrió alegremente, acallando lo que pensaba— y su esposa quiere decirle algo. Sígame por favor, lo llevaré a las incubadoras para que pueda verlo.

—pe... pero—Quise negarme, pero la enfermera ya se me había adelantado. Me condujo tras una puerta que te llevaba al área neonatal, se paró frente a un enorme vidrio.

—mírelo, en serio, que es precioso—Me señaló a un pequeño de piel blanca, como la de su madre—Y ella es su hermanita— ¡esperen!, ¿qué acaba de decir? —también es hermosa.

Me quedé atónito, no era un bebé, sino dos. —pe... pero que no usted había dicho que era un niño—Ella se rio ante mi respuesta. Yo también lo haría si la situación fuera otra.

—quería sorprenderlo Sr. padre—Me dijo, aun burlándose de mí por la expresión en mi rostro, que en verdad si quería sorprenderme, la felicito porque en serio que lo logró.

—¡¡venga!!—abrió una puerta contigua, me dio una bata, un par de guantes, una gorra desechable y un tapabocas. Rápidamente, me los puse y me dejo pasar tras una segunda puerta, una vez hay, cargo al pequeño y me lo entregó en los brazos.

Antes pensé que estaba nervioso, pero en este momento lo estaba mucho más, en cuanto cargue al pequeño, una gran paz me invadió, sonreí porque jamás en mi vida había pasado de estar nervioso a estar contento, mi corazón se sintió sumamente agradecido por este momento. Sinceramente, yo antes opinaba que no me gustaban los bebés. Esta pequeña visión cambió mi mundo.

—¡hola!, pequeño—Le hable tiernamente y este me regalo su primera sonrisa, toque su mejilla suavemente y expandió más su sonricita, aparentemente el tacto de mi mano sobre su suave pielecita le gustó.

La enfermera me lo quito de los brazos y lo depositó de nuevo en su cuna, pasándome después a la pequeña.

Era sumamente hermosa, igual a Pucca. Su piel al igual que su hermano era blanca y sus ojos aún más castaños que los de su madre, unos pequeños mechones azabache sobresalían de su cabecita. Me sentí muy afortunado de conocerlos, en ese momento entro en mí la necesidad de protegerlos, velar que nada malo les pase y que nada les falte.

No cabían dudas en mí, los ayudaría lo más que pudiera y hasta donde Pucca me lo permitiera. Sin notarlo, una lágrima solitaria salió.

—¡hola princesa!—Le susurre, toque su mejilla delicadamente y tomó mi dedo índice, con su pequeña manita, eso termino por enternecer mi corazón de sobre manera. De nuevo agradecí por sentirme afortunado y también porque pude participar en esto.

—¿Cómo se llamarán?—Me pregunto la enfermera, sacándome de mi burbuja.

—yo... No lo sé, su madre...— suspiré abatido por las emociones en mi pecho—Nunca me lo comentó—Le respondí tristemente.

Después de todo, los dos pequeños no eran mi sangre y eso en verdad me dolió en lo más profundo de mi alma. Ella fue la principal razón, de que yo saliera huyendo de la isla, de Sooga...

Llego como una tormenta de emociones en mi vida, que deseo nunca termine.

Llego como una tormenta de emociones en mi vida, que deseo nunca termine

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¡Hola mis adoradas flores de loto!, espero que la edición de este capítulo sea de su entero agrado!!

¿quién extraño esta historia?

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