¿¡Mi Decisión!?

4.- 8 meses atras

Tobe se recargó en su asiento, rememorando cada detalle de su aburrida vida, desde que salió de sooga, hasta que se reencontró con la azabache. Sin poder creer aun, como es que se había encontrado a Pucca hace 8 meses...

Tobe estaba cansado del trabajo, se levantó de su silla y se dirigió hacia la enorme ventana de su oficina. Observo su reloj de pulsera, las ocho de la noche en punto, hora de su salida. Era un viernes, una noche lluviosa, jalo un poco el nudo de su corbata, dándole libertad y metió ambas manos a las bolsas de su pantalón. Noto como el tráfico en la ciudad se intensificaba, cuando tocaron a su puerta.

—¡pace! —hablo con notorio cansancio. Una monotonía de la que ya estaba harto. Conocía a la perfección que sus amigas entrarían por la puerta en un intento por hacerlo divertir con alguna chica. Hanzo y Merio entraron.

—listo para irnos—Merio sonrió alegre a su mejor amigo. Amaba los viernes de fiesta desde que salieron de la universidad.

Merio es un chico de 25 años extremadamente delgado, de facciones un tanto finas, alto de un metro setenta y cinco, piel acanelada, con unos ojos castaños muy claros, cabello corto y negro. Su personalidad es un tanto retraída, con la gente que no conoce, pero quien lo conoce ejerciendo su profesión de abogado, saben que es un chico de sumo cuidado, es sumamente despiadado y no se tienta el corazón tratándose de defender a su mejor amigo Tobe.

El magnate asintió ante la pregunta de su amigo, quien de inmediato serró la tapa de la laptop, cogió su saco y su abrigo, poniéndoselos conforme salían del edificio, sabiendo a sus respectivos autos a acepción de Tobe, que subió del lado del copiloto junto con Hanzo. Su destinó, el antro más famoso de Seúl, el Bigbang.

[dibujo sorpresa]

Un lugar en el cual Tobe era socio mayoritario, ya que el dueño del local, era nada más y nada menos que Nero, uno de sus ex subordinados, en la isla de sooga.

-buenas noches, Sr. Yong- saludo el portero, a los tres chicos, abriéndoles la puerta del sitio, dejándolos pasar.

Los tres asistieron con la cabeza y entraron de inmediato. El sitio se hallaba abarrotado de gente, todos bebían y bailaban, la música estaba a todo lo que daba, dejando un ambiente sumamente animado.