79- la gala, capítulo final.

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—quiero ofrecer una disculpa, nombré del Corporativo Yong y subsecuentes

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—quiero ofrecer una disculpa, nombré del Corporativo Yong y subsecuentes. Los hechos acontecidos en nuestra transmisión, sucedieron ajenos a nuestro equipo; el cual se vio comprometido, por un grupo de hackers, que violaron la seguridad de nuestros sistemas y tomaron el control de todo el recinto— Tobe se disculpó. —la policía, ya fue notificada y se investigará el incidente, hasta las últimas consecuencias. En cuanto a la celebridad, a la que nos vimos en la penosa necesidad de despedir, delante de todos nuestros televidentes, queremos informar que, conocemos los estándares de decoro y prudencia, por lo cual, se tomó la necesidad imperativa, de sacarla del equipo de trabajo y no perjudicar, la sensibilidad de nuestra audiencia. Buenas noches, corea— mostró una reverencia ante las cámaras y bajo del podio, directo a donde Pucca se encontraba.

—¿ya estás más tranquila?— preguntó con tranquilidad.


—no lo sé— pucca tenía demasiadas cosas en su cabeza, pero lo que más hacía eco en ella, eran las palabras de Ring ring.


—no permitiré que nadie, le haga algo a nuestros hijos— la tomo de las manos. —si se atrevieran a hacer algo en su contra, lo pagaran con sangre— una mirada obscura se mostró en su rostro, opacando el azul, lo que hizo que ella retrocediera, el aire escapo de sus pulmones por la repentina aparición de aquella mirada tan intensa, lo que le robo el aliento. Para ella, era tan fascinante, el seguir conociendo, cada aspecto de él, lo que la hacía, enamorarse más y más de ese hombre.


Salieron del lugar, retirándose con la frente en alto y su dignidad intacta, ningún ataque de sus contrincantes, tendrá la fuerza suficiente, como para hacer que su amor deje de aumentar día con día y se vea opacado por las envidias y la discordia.


—podemos ir en paz, nuestra tortura ha terminado— río Pucca por su elocuente comentario.


—ja, ja, ja, estás loco.


—sí, estoy completamente loco... Pero por ti— aprisionó sus labios entre los suyos y estrecho sus caderas con sus manos, ya no podía aguantar más, ese deseo que se desbordaba de su cuerpo, cada que la tenía tan cerca.


—señor Yong— Pucca volvió a provocarlo —podría ser tan amable de esperar a que lleguemos a casa...— reacciono muy tarde, en comprender lo que acababa de decir. Los colores se le subieron al rostro.


Él enarcó una ceja, complacido —por supuesto señora Yong— la jalo del asiento, sentándola sobre su regazo, a pesar de que el lugar en la parte trasera del auto era estrecho, a en se le complicó nada, hacer tal acción. Sus instintos actuaban más rápido de lo que su mente, procesaba lo que sucedía, de nuevo, su autocontrol, estaba por el suelo, dejándolo como un lobo hambriento ante una dulce presa. La mirada obscura regreso a su semblante, lo que arranco un gemido de labios de la azabache.

¿¡Mi Decisión!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora