Tobe sale de la aldea de sooga y años después se encuentra a Pucca, sola y triste, en ese momento le tiende la mano cuando ella mas lo necesita.
Algo comienza a crecer entré ambos, pero la sombra de Garu, le atormentando emocionalmente.
Ahora ella s...
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El fuerte golpe resonó en medio de los fríos, blancos y extensos pasillos de la sala de espera, seguido del fuerte sollozo de la linda azabache.
—estúpida niña, todo es por tu culpa—hablo molesto el padre de Tobe después de propiciarle una gran cachetada a Pucca, mientras ella se limitó a sobarse su mejilla.
En cierto modo el Sr. kwon tenía razón, nada habría sucedido, si la reacción de ella, ante el beso del magnate menor, no hubiera sido de una forma tan exagerada, pero lo echo, hecho estaba y no había nada que estuviese en sus manos para remediarlo.
—¡Ya basta, cariño! — hablo exasperada la madre Tobe, mientras separaba a Pucca, de su iracundo esposo con su cuerpo
—¡fue un accidente, no la culpes a ella!— suspiro profundo, pero fue hecha a un lado por su marido dando un paso más cerca de la azabache, con la mano levantada para propinarle otra bofetada.
—¡¡basta, padre!!— resonó la voz de Tobe demandantemente, mientras todos se quedaban boquiabiertos, de la impresión. —¡vuelves a hacer algo en contra de ella...! Y te juro, que te mato— dijo completamente molesto, mientras su rostro se mostraba frío, ante el de su progenitor
—hijo estúpido— mascullo el hombre, quien, en un instante, saco un arma y apunto a la joven, nadie reaccionó a tiempo y mucho menos Tobe que se encobraba más cerca de ella.
El sonido del seguro sonó. Con su típico clic, seguido del ruido del proyectil, saliendo disparado del cañón, mientras la bala impactaba en el pecho de la azabache, lo único que Tobe pudo hacer por ella, fue recibirla entre sus brazos para que no se golpeara de bruces contra el suelo.
—perdóname... Tobe— dijo en un hilo de voz, mientras ponía su mano en la mejilla del joven
—perdóname por no decirte a... antes que... que yo te amó.
—no gastes energías, estarás bien, yo...— las lágrimas comenzaron a brotar agonizantemente de los ojos de Tobe y la cálida mano manchada de sangre de la azabache las limpiaba con dedicación, mientras perdía fuerza.
—yo también te amo Pucca y fui un completo idiota por no decírtelo desde un principio—dijo sin más
Ambos estaban en el suelo mirándose, esperando que todo aquello, no acabase de una forma trágica al estilo de las telenovelas de mal gusto. De esas que quedas con el corazón roto y llorando como magdalena, porque al final los protagonistas terminan teniendo un final al puro estilo romeo y Julieta, donde ella mure y él también se autosacrifica por amor, para resultar que siempre no estaba muerta y todo fue un malentendido.
Pero en el caso de este par de enamorados, solo al final de la delgada línea de la vida y la muerte pudieron aceptar sus sentimientos. Algo absurdo, sabiendo que la muerte aguarda por uno de ellos, arrepintiéndose de no haber aceptado el amor que se tenían mutuamente antes y aunque hubiesen sabido que la vida juntos sería corta, por lo menos no morirían con arrepentimientos de no haberse amado como era debido.
