35- dudas del corazón

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(perdonen la espera, pero aunque la cuarentena se esté aplicando en mi país, mi tiempo es completamente absorbido por mis hijos que por el momento no están yendo a la escuela y bueno es un desastre total poder escribir...)

no puedo creer que estaba escribiendo esta historia cuando empezó la pandemia, nunca note como se había ido el tiempo hasta que me encontró con estas notas viejas. en fin disfruten el capítulo.

 en fin disfruten el capítulo

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En la oficina del magnate:

—¿Qué tal le fue a mi esposa? Pregunto Tobe sin despegar la vista de los papeles que estaba revisando. Al lado, una gran pila de papeles esperaba ser corregida, firmada y sellada. Justo lo que amaba hacer, sarcásticamente hablando.

—la señora Yong no pudo entender nada, creo que esta lección no la pasara— hablo con temor, temía que Tobe lo regaña por no poder hacerla aprender.

—¡bueno!... pero yo te escogí, porque eres el mejor en esos temas ¿Quién mejor que tú? Para enseñarle puntos tan básicos, perfectamente resumidos—su voz sonó tranquila. Pero era notable el tono demandante en el que lo decía, la respuesta de su empleado no era positiva y él no esperaba una negativa.

—are lo mejor que pueda, señor—ante tal elogio, no podía negarse.

—long Yang...—suspiro —mi esposa es muy inteligente. Si estuviésemos en la era de la dinastía koryo, ella sería la antigua princesa de joseon, que hizo caer al príncipe de koryo y con ello un país entero, por su innegable belleza. —se dibujó una sonrisa en el rostro del magnate al recordar a su amada y las viejas historias que su madre le contaba antes de ir a dormir. —ella me hizo caer a mí en sus redes, solo falta que con eso también haga caer mi imperio a sus pies—exclamo amargamente.

[esta frase que Tobe cuenta, es una referencia a una de mis historias, que próximamente   re-subiré, editada.]

—no entiendo señor—exclamo long Yang

—no te preocupes... Ella solo necesita que le den la seguridad que requiere, creo saber lo que está pasando, bueno... puedes irte— hizo un leve ademán con su mano, para que se fuera.

—¡gracias, señor! — lo reverencio y camino a la puerta.

—¡espera! — lo detuvo el magnate abruptamente

—¿Qué sucede?

—y a mi prima... ¿Qué tal le fue con los mellizos? —pregunto con aparente preocupación, ya que en algo coincidía con ella y es que justamente la labor de niñera profesional, no quedaba con una diseñadora de moda.

—al no estar su madre presente mucho tiempo, la señorita Ching no sabía qué hacer con ellos, estuvieron muy inquietos, hoy todos terminaron cansados, incluidos, por supuesto, ambos herederos.

—¡gracias! —exclamo con desaliento, finalizando así el magnate aquella conversación.

—¡de nada señor! Buenas noches—el joven dio media vuelta y salió de la oficina.

¿¡Mi Decisión!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora