41.-diagnostico inesperado

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Baje del helicóptero, rotundamente confundida

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Baje del helicóptero, rotundamente confundida. Me hallaba muy triste por el modo tan frío de actuar de Tobe, jamás se había mostrado así conmigo, a pesar de que hubo algunas ocasiones en las que, en mi embarazo, yo lloraba un poco haciendo uno que otro berrinche para no sentirme presionada y que él complaciera mis antojos.

Estando a su lado también conocí una nueva faceta de mí, que desconocía en su totalidad y ahora no sé qué estaba pasando conmigo, cuando se supone que ya tenía la resolución de lo que haría por él y por mí.

¿Entonces?

¿Por qué dudaba?

¿Por qué no pude decir que si al momento?

¿Por qué de nuevo tenía miedo?

¿Por qué nacieron nuevas dudas?

Si no necesitaba pensarlo demasiado, pero esto ha sido una montaña rusa de emociones tan solo en un día, sin mencionar el frustrado intento de secuestro y el olor a sangre fresca que choco con mi nariz, ese olor metálico del cual ya había olvidado mi pavor. Por desgracia jamás creí que esa clase de cosas sucederían e incluso llegue a suponer que tobe estaba exagerando. Pongamos también en la lista que por la mañana sentí una total vergüenza, pues tobe me observo de pies a cabeza, como si deseara comerme con solo su mirada, lo que me sorprendió.

Pase de estar alegre al ver que todos se despedían de nosotros, menos Ching me puse demasiado triste y sentí miedo. Pero cuando Tobe me dijo lo de sus padres y la arena, sentí un profundo amor por él que paso a dejarme triste de nuevo, lo que me llevaba a sentir una rotunda ira hacia mí e hice enojar a tobe por una nimiedad.

Tambaleé repentinamente al momento de estar completamente en tierra y me golpeé las rodillas fuertemente contra el pavimento, así como mis manos quedaron adoloridas y con algunos guijarros sueltos que se clavaron haciéndome sangrar las rodillas y las manos. El piloto y su copiloto de inmediato corrieron a auxiliarme.

—¡ama pucca! ¿Se encuentra bien? —me pregunto la chica de servicio con Ryu en sus brazos completamente alarmadas, me llevé las manos a la cabeza, tratando de reprimir el deseo repentino de llorar que tenía.

—¡señora levántese! Me dijo el piloto ayudándome a levantarme y me condujeron hasta el asiento de la camioneta.

El mareo no se iba, ni las ganas de llorar, no entendía qué estaba pasando y Tobe que supuestamente él me quiere mucho, ya no se encontraba por ningún lado. No puedo negar que ahora sin su presencia me sentía muy sola, a pesar de que estaba acompañada, desesperada por querer encontrarlo, pero no me sentí muy bien. Pasaron alrededor de unos dies minutos desde que me quede sentada en la camioneta llorando, las empleadas, el piloto y el copiloto, solo se dieron la vuelta dándome la espalda para que yo llorara a gusto, aunque parecía más que vigilaban los alrededores, supongo que eso fue orden de Tobe...

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