20.- ¡Dulce amor!

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—¿puedo saber que sucede aquí?—pregunto Ching, un tanto confundida con lo que el par de tortolos hacían. Todo esto era nuevo para ella y la situación la sobrepasaba. Si las circunstancias fueran diferentes, ella protegería a puño limpio el amor de Garu y su amiga, de las enormes garras de Tobe. Él era un villano y para ella, eso jamás cambiaría su parecer, aunque ahora actuaba como un lobo, metido en la piel de una oveja.

Ella permaneció en la sala, mientras ambos enamorados se encontraban tapando la vista de la habitación, impidiéndole, así, ver lo que ambos observaban. En cuanto Pucca y Tobe escucharon su pregunta, ambos salieron y aumentando su curiosidad sin querer, Tobe cerró la puerta tras de sí.

—nada, en realidad, de lo que debas preocuparte— aunque las palabras del magnate, trataron de sonar corteses y su tono de voz apacible. Aquella respuesta para la chica de trenzas sonó completamente déspota y sin una pisca de gentileza. Aquel hombre no termina por convencerla.

Pucca apretó su puño y cerro sus ojos por un instante, sintió perder el control total de su cuerpo y se balanceó fugazmente.

—¿estás bien?— pregunto el magnate, posicionando rápidamente sus manos en ambos hombros de la azabache.

Ella sonrió gentil y cálidamente, para responder —sí, no te preocupes querido, es solo que... Me siento un poco cansada y mi cólico regreso—hablo por lo bajo al pronunciar la última palabra. El día había sido muy largo y ya no podía más.

—es entendible—exclamo Tobe —el viaje fue un poco largo y no has dormido correctamente en las últimas semanas... vamos, debes descansar un poco—el tomo su mano de manera delicada.

Ching estaba más confundida, al ser espectadora de aquella escena. Para su suerte, aquella molestia que su rostro reflejaba, paso desapercibido para Pucca, pero no para Tobe. Él meneó la cabeza en desaprobación, las cosas con Ching debían ser aclaradas lo antes posible, debía respetar la decisión de Pucca y él la haría entrar en razón a como diera lugar.

—¡espera! —Pucca paro en seco su andar —¿y Ching? No podemos irnos así como así y dejarla sola—su preocupación por su amiga, después de un tiempo de no verla era comprensible y más si Tobe planeaba meterla al coche y manejar de nuevo hasta el pent-house, para que ella descanse.

—no te preocupes—le susurro —estará en buenas manos—de nuevo la jalo con suavidad y la posiciono frente a él, para después dar media vuelta.

—aún tenemos una plática pendiente—dirigió sus palabras y atención a la chica de trenzas —pediré que te muestren mi estudio, para que podamos platicar sin interrupción alguna—dicho esto. Se dio la media vuelta sin esperar respuesta alguna y condujo a Pucca hasta el pie de las grandes escaleras de la estancia.

Cuando al fin estuvieron en la cima, un extenso pasillo alfombrado en tonos rojos y marrones, les dio la bienvenida, acompañado de las paredes repletas de fotos de parejas. La curiosidad, por saber la identidad de que aquellas personas, comenzó a acrecentarse en la mente de la azabache, pero era más su cansancio, el cual le impidió concentrarse en ello y se mantuvo al margen del lugar a donde su amado la conducía.

Después de unos minutos y pasar cinco puertas del mismo tamaño, diseño y color, el magnate abrió una puerta. Conduciéndola así al interior de esta. La habitación la recibió con una gran cama matrimonial donde el color blanco predominaba, una alfombra se hallaba al pie de esta y el mármol blanco regreso. Las ventanas eran amplias y las cortinas transparentes no se hicieron esperar, así como el segundo juego de cortinas estás más gruesas y de un color verde agua tenue, muy agradable a la vista haciendo juego con las fundas de las almohadas.

—aquí puedes descansar princesa— exclamo Tobe serrando la puerta principal.

—espera... como dormiré aquí, estamos en un sitio desconocido—añadió Pucca.

Tobe se dio una palmada mental. Estaba tan emocionado con todas las sorpresas que tenía preparadas para la azabache, que olvido la más primordial, la más importante. (qué estúpido soy) pensó —perdona princesa, pero oficialmente te doy la bienvenida a la villa Yong...

—¿Cómo? —Pucca estaba confundida y no era para menos.

Tobe la sentó en la orilla de la cama, se agachó y le ayudo a quitarse los zapatos—en los últimos meses-comenzó a masajear delicadamente sus pies, ya estaban rojos e hinchados —tratamos de hacer del pent-house, un lugar cálido y familiar para nuestros pequeños—Pucca asintió ante la verdad de sus palabras. —pero no lo logramos-el pesar salió a relucir en su voz —así que pensé en el sitio en el que siempre me sentí contento y feliz, durante mi infancia... fue así como surgió la idea de traerte a ti y a nuestros bebes, a mi verdadera casa. La villa Yong— una sonrisa se dibujó en su rostro, quería una vida más cómoda y en familia para pucca y los bebes y este sitio era el más adecuado, por un sin fin de razones.

—¡¡ho Tobe, no debiste!!—pronuncio alegremente, pero triste al mismo tiempo, aquello la enternecía de sobre manera —gracias por pensar en nosotros como una familia—ella entendía ese sentimiento a la perfección.

A pesar de haber crecido protegida y amada por sus tíos después de la muerte de sus padres. El vivir sobre un restaurante, no era el ideal perfecto para llamar hogar o una casa, después de todo, aquello le impedía hacer las travesuras que a ella le hubiese encantado hacer, como jugar a la pelota dentro o correr, sin ningún temor a romper algo o tirar alguna cosa caliente, ocasionando un accidente. Era feliz con sus tíos, de eso no había duda alguna, pero haber tenido una casa así, la hubiera hecho la niña más feliz del mundo y sus hijos ahora lo tenían.

—aquí nuestros pequeños podrán correr libremente, sin ataduras, sin... temores—añadió Tobe, como si leyera los pensamientos de la azabache.

Ese hombre, que parecía la perfección en persona, no leyó sus pensamientos, el simplemente estudio cada facción de su rostro, haciéndose miles de escenarios posibles en su cabeza y llegando a la conclusión más acertada posible. Después de todo, el recordar como Pucca llego a la aldea, le dio la pauta, para intuir, que pensaba y a que le temía. A su parecer, ambos eran un par de huérfanos que lograron hacer un nuevo hogar.

Este hecho dejo una gran sorpresa en Pucca, para ella, esto solo significaba una cosa y es que, sus pensamientos y el amor que se tenían estaban compenetrados, en una armonía perfecta. Un amor que, si bien no había comenzado de muy buena manera, el resultado de tenerlo, era el todo, sobre la nada, era más de lo que ella hubiese esperado o soñado obtener de Garu. Un amor sin secretos, no debía tener miedo de nada, Tobe estaba para respaldarla, no para cuidar y proteger, sino para mostrar su propia fuerza.

Esto solo la hizo desear llegar a su tan anhelado sentimiento de encontrar un verdadero dulce amor, puro y sin mentiras...

¿¡Mi Decisión!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora