Plegaria

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POV FREEN

Baje las escaleras rápidamente hasta llegar a la sala. Nunca me había sentido tan sofocada, estaba al borde de derribar alguna pared si me quedaba dentro de la casa, quería quedarme con Rebecca pero necesitaba tomar aire si no quería decir algo realmente estúpido.

—¿Qué sucede?—. Darla me habló pero pasé de largo—. ¡Freen!—. Me detuve y me giré mientras mis manos jalaban mi cabello hacia atrás—. ¿Qué pasa?

—¡Nada!—. Dije alzando las manos—. Solo quédate con ella y cuídala.

—¿A dónde vas?—. Ella caminó hacia mí pero solo negué con la cabeza.

—Necesito salir de aquí... necesito pensar y dejar de ser una idiota. Solo quédate con ella, por favor.

Caminé rápidamente y cuando llegué al hall tomé las llaves de la camioneta de Rebecca que estaban en la bandeja de mármol sostenida por una estatua de perro bulldog negro. Abrí la puerta principal de la casa y el estruendo al ser cerrada retumbó en mis odios. El sol se estaba empezando a esconder cuando baje las escaleras rumbo al garaje.

Desbloqueé los seguros de la camioneta, el motor rugió cuando la encendí, aceleré mientras el portón eléctrico se cerraba tras mi salida. Mis manos apretaban con fuerza el volante mi pie pisaba el acelerador hasta el fondo, de pronto todo se sintió muy familiar.

Mi pie dejó de presionar el acelerador y me orillé en la vía apagando el motor, golpeé mi cabeza contra el respaldo repetidas veces y grité hasta que mi garganta ardió mientras mis manos golpeaban el volante, mis manos también ardían.

—¿Por qué?—. Preguntaba mientras seguía conectando golpes contra el volante haciendo que el claxon sonara varias veces —. ¿Por qué?

Tiré mi cabeza hacia atrás golpeando contra el respaldo una vez más, cerré mis ojos mientras el nudo en mi estómago subía hasta mi garganta, las lágrimas bajaron mojando mi cuello.

Me odiaba por no haber estado con Rebecca en su tratamiento era cierto, sabía que era algo que nunca iba a poder sanar pero que ella lo dijera me había roto por dentro, que ella externara tan fríamente sus miedos me quebraba... ¿cómo podía ella pensar que minimizaba sus miedos cuando los míos eran incluso más grandes que los de ella? el futuro era incierto era verdad pero prefería pensar que no, que todo lo bueno se mantendría para siempre ¿por que teníamos que vivir con miedo? ¿Por qué no podíamos fingir que el cáncer nunca existió? ¿Por qué tenía que pensar que ella no estaría en algún momento?

¿Huir? A ella le preocupaba nuestro hijo, yo jamás lo dejaría solo, jamás podría hacerlo... pero tampoco podría seguir sin ella, ¿como se supone que lo lograría? Rebecca era mi vida entera, mi motivo para despertarme en la mañana, las ganas de ser alguien mejor cada día... como podría si quiera pensar en la posibilidad de que ella faltara algún día.

Yo no recordaba lo que ella había vivido y tenía razón, quizás aunque no tuviera la amnesia no sería consciente de su dolor porque la abandoné, lo hice... lo sé, lo hice pero no podría hacerlo de nuevo, no, no, no, no podía.

Yo debí haber estado con ella, yo debí sostener su mano cuando el Dr. Ling le dio el diagnóstico, yo debí haber llorado con ella por el miedo de perderla, yo debí haber estado en su intervención, debí cuidarla pero no lo hice, no estuve y en su lugar solo la dañe, la herí y aunque quisiera no podía regresar el tiempo para haber hecho las cosas de una manera diferente.

—¡Perdóname!—. Grité mientras sollozaba—. ¡Lo siento! ¡Lo siento tanto!

No sé cuántos horas estuve estacionada en la orilla de la carretera que conectaba con el centro de Bangkok, no sé si habían pasado días o meses, no podía dejar de llorar, de culparme, de sentirme una porquería por mi pasado.

Breaking the distance. //FREENBECKY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora