Mar interminable

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Bangkok, Tailandia.
13 de Diciembre, 2024

Todas las cosas que inician en algún punto deben terminar, no hay nada infinito en un mundo de posibilidades finitas. Así como el cigarro se consume, la botella se vacía, el aire deja de soplar. Las historias comienzan y si recuerdas ésta entenderás el final.

La vida comienza con una inhalación y termina con una exhalación. Aunque si me lo preguntan hay algo que nunca muere... la energia, no se crea ni si destruye solo se transforma. Entre la vida y la muerte, la energía del amor puede trascender cualquier barrera, incluso las que no son visibles a nuestros ojos.

El final no es nada más que un nuevo comienzo.

El día en Bangkok era de un cielo azul claro y estaba despejado, el sol comenzaba a ascender iluminando a su paso, el viento soplaba lento, el aire comenzaba a calentarse y la ciudad a ajetrease. Las fechas navideñas volvían a la metrópoli incluso más caótica de lo que normalmente era.

Rebecca Patricia Armstrong, joven actriz y cantante que había pausado unos meses su carrera aún se debatía en qué hacer una vez que su hijo naciera, retomar su carrera o alejarse totalmente de la industria, definitivamente aún tenía compromisos laborales con distintas marcas pero ¿qué haría después de eso? Esa la pregunta que rondaba su mente. Henrick como ella solía llamarlo había cambiado no solo la perspectiva de su vida, la había cambiado a ella en sí misma.

Rebecca guardaba en su interior la esperanza de que una vez qué Henrick Chankimha-Armstrong naciera todo lo malo quedaría olvidado y un nuevo comienzo tan brillanté como el cielo tendría lugar. Lo qué Rebecca había olvidado era que las cosas casi nunca salían como ella las había planeado, se había olvidado de las tontas teorías de que el universo conspiraba en su contra, y había comenzado a pensar que quizás solo eran casualidades muy desafortunadas.

El celular que mantenía boca abajo en la mesa del jardín sonó y vibró sacándola de sus pensamientos, se estiró con una sonrisa en su rostro para alcanzarlo y en cuanto vio el nombre en la pantalla soltó un suspiro.

—Mamá—. Contestó Rebecca mirando la casita de madera que habían construido unos meses atrás para que su hijo jugara en ella—. ¿En dónde están?

[El tráfico está horrible, Rebecca— Janet Armstrong se escuchaba notoriamente estresada y algunas bocinas de auto se escuchaban de fondo—. Le dije a tu papá que debíamos salir al amanecer pero ya sabes cómo es—. Rebecca sonrió y asintió como si su mamá pudiera verla—. Estaremos pronto en tu casa, ¿Ya desayunaste?]

—Estaba esperándolos pero no pude hacerlo por mucho tiempo—. Rebecca se mordió el labio—. Acabado de terminar de desayunar.

[Esta bien, no te preocupes—. Janet respondió del otro lado de la línea—. Estaremos ahí pronto, un beso para ti y uno para el bebé.]

En cuanto la llamada terminó, Rebecca comprobó una vez sus llamadas perdidas pero no había ninguna, el último mensaje había sido recibido cerca de las 6:00 a.m. Freen había aterrizado en el aeropuerto de Sukhothai y se comunicaría nuevamente una vez en el hotel designado por la marca, Rebecca no había podido contestar porque en aquel momento seguía dormida, en cuanto despertó lo primero que hizo fue buscar a su esposa, luego recordó que ella había volado por la madrugada y se había ido sin despedirse, Rebecca sintió una punzada en el pecho y fue en ese punto en el que vio la hoja en la cómoda a lado de su cama, se sentó con dificultad en la orilla de la cama y sostuvo su abultada panza con la mano izquierda como si en cualquier momento pudiera caer al piso, con la mano derecha toma la hoja y sus ojos brillaron.

Breaking the distance. //FREENBECKY//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora