Luz

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El jet proveniente del interior de Tailandia aterrizó en un hangar privado del aeropuerto Suvarnabhumi. Dentro de el Sarocha Chankimha sostenía su cabeza con ambas manos, sus uñas se enterraban en su sien, el dolor la hacía mantenerse cuerda y con los pies puestos en tierra aunque sintiera que flotara.

Sentada en un asiento de piel se mecía hacia enfrente y hacia atrás, su cuerpo estaba caliente y su cara ardía aunque lo único que ella podía sentir es como su temperatura descendía como si se hundiera en medio del océano Atlántico.

—Freen...—. El vaivén se detuvo pero la actriz continuó con la vista gacha observando el piso del jet.

Tania Terán había abordado cuando después de aterrizar la actriz no bajó, la asistente apretó los dientes para después morder su lengua, chasqueó y con las fuerzas que no tenía caminó hasta quedar a lado de la actriz.

—El helicóptero nos está esperando—. Su voz era lineal, sin emociones—. Estaremos en cinco minutos en el hospital...—. La actriz escuchaba cada palabra fuerte y clara, tan fuerte que se incrustaban como dagas en su pecho, cerró los ojos y sorbió su nariz, apretó la mandíbula tan fuerte que su cabeza temblaba por el esfuerzo.

El hospital estaba a media hora de distancia del aeropuerto pero si viajaban en auto el tiempo podría triplicarse por el caos que eran las calles de la ciudad, tardarían más en subir al helicóptero que lo que tardarían en llegar al helipuerto del hospital.

—Sarocha—. Tania apretó el hombro de la actriz provocando que los ojos miel se abrieran, un suspiro ahogado muestra de la agonía que sentía salió de su boca.

La actriz se levantó y se encontró de lleno con los ojos rojos de la asistente, su rostro estaba desencajado y apretaba los labios con fuerza controlando su propio sufrimiento. Tania parpadeó un par de veces antes de caminar para bajar del jet, la actriz la seguía mientras sentía que su cuerpo pesaba toneladas.

—¿Qué está pasando?—. La actriz habló mientras bajaban las escaleras, Tania se mordió el labio, la había escuchado claramente pero no sabía cómo empezar a hablar—. Tania, ¿qué pasa? Rebecca... el bebé—. Una lágrima rodó por la mejilla de la asistente y la limpió rápidamente con sus dedos—. Dime qué están bien, por favor.

La voz de Freen se quebró y sus lágrimas volvieron a inundar sus ojos, su rostro se contraía tratando de detenerlas sin mucho éxito. Tania trago saliva antes de girarse para tomar de la cintura a la actriz que se había detenido a penas sus pies tocaron el suelo.

—Debemos darnos prisa, Freen—. Dijo conduciendo a la actriz por la pista de aterrizaje unos metros hasta que visualizaron el helicóptero que las esperaba, las hélices giraban levantando una nube de polvo.

—Solo dime que están bien—. Freen se detuvo de golpe, Tania suspiró y miró en todas direcciones, el intentar hacer contacto con los ojos de la actriz era devastador.

—Llevaron a Rebecca de emergencia al hospital...—. Mil toneladas de piedras cayeron sobre el cuerpo de la actriz, Tania cerró los ojos y movió su cabeza en negación—. Darla me aviso cuando estaba tratando de contactar con Celine para preguntar por qué no habías llegado al hotel...

—¿Ella está bien? Mi bebé... —. El pecho de la actriz subía y bajaba arrítmico, su corazón se había detenido.

—Entró al quirófano... sus papás están en el hospital no sé más—. La asistente mintió porque claramente la actriz estaba a punto de colapsar en ese instante y no podía permitírselo, no cuando Tania estaba haciendo todo lo posible para mantenerse de pie, no cuando debía llevar lo más rápido posible a la actriz al hospital. El tiempo era crucial, la asistente lo sabía.

Breaking the distance. //FREENBECKY//Where stories live. Discover now