Capitulo 2: El Macho Alfa

7.2K 531 114
                                    


"Puedo ser bendición.
Puedo ser maldición"

Ángel Martínez Lozada. Aka el macho alfa. 1,81 metros de piel dorada y 76 kilos de puro músculo. Ángel Martínez Lozada. Aka mi nuevo interés de pelo negro espeso y ojos café intenso.

Tenía que admitir que la abeja reina no tenía tan mal gusto después de todo.

Ángel Martínez era, por mucho, uno de los pocos imbéciles en este colegio que valía la pena. 17 años de pura belleza. Sabía poco sobre él, para ser sincera si no hubiese sido por la abeja reina quizá jamás me hubiese fijado el tiempo suficiente en él. Para mí, era otro abejorro más del montón. Hasta que me di cuenta de que Mariela Morales tenía un avanzado interés en él. Por lo tanto, ahora yo tenía un interés en él.

Mariela lo quería y era motivo suficiente para yo quererlo también. Para quitárselo de sus manos. Si era inmaduro de mi parte no me interesaba. Alguien tenía que bajarla de su pedestal y ese alguien sería yo. ¿Quién dijo que no soy capaz de realizar buenas acciones? Estaba apunto de realizar una. Por el bien de la humanidad.

Le di un día, un día para que siguiera disfrutando de su jardín, un día para que siguiera extrayendo el polen de cada una de sus flores. Así mismo me permití un día para espiar a Ángel Martínez Lozada, durante las 7 horas infernales que duraron las clases observé como digno miembro de la CIA cada uno de los pasos del pequeño Ángel, observé sus movimientos, escuché sus comentarios, noté a sus amigos más cercanos y recaudé la información que necesitaba de él.

Ángel Martínez era el portero designado del equipo de fútbol del colegio, campeón de no sé qué tantos torneos, tenía un séquito de enamoradas del primer y segundo año. Sus dos mejores amigos eran Santiago Fernández Ruiz y Alberto González Moscada. Otros dos imbéciles que nunca me habían caído bien.

Con Alberto simplemente no soportaba su risa ruidosa, era extremadamente escandaloso y siempre tenía que tener un comentario inteligente en clase. Con Santiago era otra historia, recuerdo que en nuestro tercer año en el colegio Santiago me invitó a salir, le dije que no estaba interesada pero él no lo entendió. Siguió y siguió insistiéndome, hasta que el día de mi cumpleaños llegó al colegio con un ramo de rosas rojas y me las regaló. Quizá si él se hubiese esforzado un poquito más se habría enterado de que odiaba las rosas rojas. No solo las rosas rojas, odiaba las flores en general y se lo dije y por supuesto no las acepté, el colegio entero lo presenció. Avergonzado y enojado ante mi rechazo él me llamó bruja y después de eso creo que me gané el odio en su corazón, por un momento incluso sentí pena por él pero qué culpa tenía yo de que se le hubiese ocurrido semejante idea.

No iba a aceptar un regalo que no me gustara solo por compromiso, además aceptarlas significaba tener en mi mano el horrible ramo de rosas durante todo el día. Probablemente hubiese acabado vomitando por el olor. Después de eso no recuerdo haber cruzado otra palabra con él. Si me preguntas qué era de la vida de Ángel en ese entonces, sencillamente tampoco lo recuerdo. Mis memorias sobre él a lo largo de todos estos años son bastante vagas. Como dije, no suelo hablar con las personas de este colegio. ¿Cómo sobrevives 4 años en el bachillerato sin hacer amigos? Lo único que basta es que le eches una miradita a las personas que ven clases conmigo y te responderías esa pregunta...

A veces pienso que quizá me falte algo de humildad. Es algo que todavía tengo que analizar. ¿El problema estaba en ellos o estaba en mí? Era una pregunta que me hacía constantemente, aun así apostaba por ellos.

Como iba diciendo Ángel Martínez Lozada era un espécimen aceptable para tener 17 años... Pero con algunas de sus facciones todavía sin desarrollar podía ver que en un par de años sería un hombre ganador de miradas, en todo el sentido de la palabra. Quizá en unos años podría gustarme de verdad. Era alto, su cuerpo estaba formado, su espalda era ancha y amplia, sus bíceps abultados, suponía que cómo portero hacia mucho trabajo con sus brazos. Le daba diez puntos a sus brazos.

Ven, a veces puedo ser generosa también.

Sin embargo tenía que verlo sin el espantoso uniforme del colegio para formarme una opinión fidedigna.

Entre clase y clase construí su perfil, Ángel Martínez era una persona abierta, relajada, bromista y aparentemente inteligente o eso decían sus notas. Había dos cosas en las que Ángel Martínez era extremadamente bueno. El fútbol y las matemáticas.

Una que otra niña se sonrojaba en cuánto él pasaba, una que otra persona lo saludaba. Otro mortal más entre el montón. ¿Entonces por qué Mariela Morales parecía tan interesada en él?

Ángel Martínez parecía completamente genuino y normal. Sencillamente me era completamente indiferente. Después de siete horas de investigación solo encontré dos cosas que le quitaban puntos a su favor. La primera, sus dos amigos. La segunda, Ángel Martínez parecía tener un enamoramiento con Mariela Morales también... Pero no por mucho tiempo.

Llegué temprano al día siguiente, me hice la ocupada en el pasillo fingiendo revisar unos apuntes, esperé unos minutos hasta que él llegó y entró al salón. Entré detrás de él. Visualicé a la Reina Abeja sentada de primera hablando con otros abejorros. Sus ojos se volvieron brillantes al ver a Ángel entrar pero este parecía estar todavía más dormido que despierto y no la notó. Un poco de decepción se dejó notar en la cara de la abeja reina. Sonreí y para mi pesar Mariela creyó que yo estaba sonriéndole a ella. La decepción le dio paso a la confusión y en menos de un segundo su rostro se recompuso y me regaló su sonrisa más brillante. Se lo dejé pasar y en cambio le guiñé un ojo. No me detuve a observar su reacción.

Ángel se había sentado al final de una de las filas del medio, se pasó sus puños por los ojos alejando el sueño y un bostezo salió de sus labios. Cabello negro mojado caía por su frente, sus ojos apenas me registraron antes de voltearse hacia sus dos amigos sentados en la fila de al lado y los escuché conversar, lastimosamente su conversación murió en el mismo instante en que decidí sentarme en el pupitre que estaba adelante del de Ángel.

Coloqué mi bolso en el piso, saqué mi cuaderno y mis lápices, en cada acción pude sentir el peso de tres pares de ojos encima de mí. Sin duda extrañados de que la apática y asocial más grande del salón hubiese cambiado de puesto. No era estúpida, sabía lo que ellos pensaban de mí.

Fingí que no notaba sus miradas, fingí que no registraba sus rostros extrañados y como si fuésemos grandes amigos, cómo si habláramos todos los días y fuese algo completamente natural me giré en mi asiento y le sonreí a Ángel Martínez Lozada.

— Hola —saludé con una sonrisa más luminosa que cualquiera que Mariela pudiera relucir.

----------------------------------
Holaa, ¿Qué les está pareciendo?

Por favor, no tomen juicios apresurados todavíaa, denle una oportunidad ♥️

Este capítulo va dedicado a @Chocogirl88 graciaas por tu apoyo

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now