Capítulo 3: Conoce sus debilidades

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"Si con fuego tu quieres jugar.
yo te puedo enseñar"

El shock que se registró en su rostro fue suficiente para que todo el sueño se alejara de su sistema.

Ángel parpadeó sin creerse que Benatia Del Junco le había hablado, incluso sonreído. El muchacho vio a sus amigos y luego vio detrás de su hombro como esperando encontrar a otra persona sin estar seguro de que yo lo hubiese saludado a él.

Reprimí un gesto de fastidio, ¿de verdad era tan sorprendente que yo le hubiese hablado? Vamos, que fue un simple hola. Era eso o el chico realmente estaba tocado. Pensé qué quizá si estaba tocado, ¿a quién en su sano juicio le puede gustar Mariela Morales? No había explicación.

Ángel pareció haber comprendido que era a él a quien estaba saludando y una sonrisa dudosa se extendió en sus labios

— ¿Hola? —dijo sonando más cómo una pregunta que como un saludo.

De nuevo, suprimí un gesto de fastidio. Desde mi costado era consciente de las miradas y oídos atentos de Santiago y Alberto.

— Oye me preguntaba si podrías prestarme tu clase de matemática de ayer, el profesor borró la pizarra muy rápido y no me dio chance de copiarla entera —dije tal y como había planeado, con algo tenía que romper el hielo ¿no? A él le gustaban las matemáticas, qué mejor forma de hablar con él que haciéndolo de algo que le interesaba.

Ángel parpadeó y vio de nuevo a sus amigos antes de verme, un rastro de perplejidad todavía quedaba en él, no me molesté en fijarme en los rostros de sus amiguitos, aunque podía hacer una muy buena suposición.

— Si claro, ¿te la doy ya o después? —preguntó, su voz era gruesa, sin duda no era la voz de un niño.

Bajé mis párpados fingiendo estar apenada y lo volví a mirar

— Ahora estaría bien —miré hacia la puerta del salón y de nuevo a él— Aprovechando que el profesor no ha llegado

Ángel asintió y agarró su mochila en busca de su cuaderno. Aproveché y eche un vistazo por encima de mi hombro, Mariela seguía en su asiento conversando con un par de abejorros, sus tres pares de ojos nos veían en lo que ellas pensaban era una manera disimulada. Apostaba mi carro a que su tema de conversación se reducía a qué tenía Benatia del Junco que hablar con Ángel Martínez. Sonreí para mis adentros

— Aquí está —Ángel abrió su cuaderno indicándome la página en la cual estaba anotada la clase— Si no entiendes algo me avisas —ofreció justo como esperaba que lo hiciera.

Le agradecí y tomé su cuaderno, dándome la vuelta para copiarla en el mío. Sentí el peso de su mirada en mi espalda y luego unos susurros que no me molesté en descifrar se escucharon detrás de mí.

A decir verdad no era del todo una mentira eso de que no pude copiar la clase entera, ayer había estado más concentrada en descubrir el entorno de Ángel que en la explicación del profesor, además las matemáticas tampoco eran mi fuerte, si alejar a Mariela de Ángel consistía en que me explicara matemáticas, este estratagema resultaría muy beneficioso para mí.

Mataría dos pájaros de un tiro. No era mi intención reprobar una materia que alargara mi estancia en este infierno.

La letra de Ángel era completamente legible y su clase estaba incluso más ordenada y limpia que las mías, solo alguien con un alto problema de miopía no entendería algo de lo aquí escrito. Suspiré pesadamente algo frustrada, estaba contando con que su caligrafía fuera desordenada y fea, como la de la mayoría de los hombres para encontrar excusas para seguir hablándole.

Perfecta Mentirosa✔️Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin