Capítulo 30: Dos vocales y dos consonantes

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"Te siento en los escombros de este amor, que me llenó de pena"


¿Qué sabía yo que era el amor, que sabía él qué era el amor? Y después de todo, ¿quién era yo para decirle que estaba equivocado? Que estaba confundiendo sus sentimientos.

Salté hasta él, sintiendo el peso del mundo deslizarse de mi piel, sintiendo como algo surgía, crecía.

Había funcionado.

Ángel me había perdonado.

Él me atrapó, rodeándome con sus musculosos brazos y encajó sus labios suaves en los míos, sus manos acariciaron mi espalda y mis dedos se enterraron en su pelo, apretándolo contra mí. Su boca era furiosa, intensa, cautiva en la mía como si no quisiera y no fuera a dejarme ir nunca. Dejándome saber lo mucho que me había extrañado. El perdón y la confianza hacia mí brillaban en cada movimiento. Su sabor a menta y a tierra mojada inundó mis sentidos hasta lo más profundo, quedándose dentro de mí como si fuera una parte indispensable de mi esencia. Su boca dejó la mía y se deslizó por cada espacio de mi rostro, mis mejillas, mi barbilla, mis ojos, mi frente, su nariz me rozó, inhalándome, respirándome, y sus brazos me apretaron con necesidad. Cuando sus ojos se abrieron a milímetros de los míos, la lujuria me incendió.

Él se movió, nos movió y entonces estábamos en el sofá y su olor me llegó de todas partes como si hubiera estado horas acostado aquí, enredé mis piernas en su cintura y no dejé que sus labios se escaparan de los míos. Él era... Mi corazón golpeaba con fuerza y no podía pensar en nada más que no fuera él.

Luz, dentro de mí la luz se expandía en todas partes, por todos lados, en todas direcciones, yo era un reflejo de su luz, era su espejo y encontrando sus ojos, me encontré a mí.

—Espera, espera —su voz tembló y sus manos hicieron un esfuerzo apartándose de mí—. Espera.

Parpadeé intentando entender que estaba mal — ¿Qué pasa?

—Tenemos que parar porque...

—No quiero parar —me sinceré. Quería estar con él. Sus besos, sus caricias...

Ángel tragó duro, fuerte y sus ojos se incendiaron hacia mí. Intenté alcanzarlo pero se volvió a apartar

—No. —dijo, levantándose del sofá y sacudió su cabeza. Concentrando su atención—. No quiero hacerlo así... en el sofá de mi casa...

Quise rodar los ojos —Podemos subir a tu habitación.

Una sonrisa casi creció en sus labios

—No es eso... Miguel y mi mamá pueden llegar en cualquier momento y quiero que nuestra primera vez sea especial, tú te mereces que sea especial.

—No soy virgen, si eso es lo que te preocupa. —algo parecido al disgusto brilló en sus ojos y quise darme una bofetada por decir algo como eso, justo después de la discusión que habíamos tenido. Eso era lo peor que podía haber dicho —Lo siento, yo no...

Negó con su cabeza —No tienes por qué disculparte. —igualmente la tensión no se había ido de su voz

Me levanté del sofá, acomodando mi camisa levantada y terminando de deshacer mi cola de caballo ya arruinada. Ángel siguió con sus ojos la caída de mi cabello por mis hombros y espalda.

—Para mí ya va a ser importante. Siempre y cuando sea contigo. —eso pareció calmarlo un poco, pero seguía viendo la tensión en sus hombros.

Sonreí y ahuequé su mejilla en mi mano. Me puse de puntillas, alcanzando su boca y volví a besarlo, queriendo sentirlo cerca, profundicé el beso y un segundo después, él volvió a apartarse.

— ¿Por qué te... —mi voz murió viendo cómo rehuía de mi mirada, de mi toque y lo entendí—. ¿Eres virgen?

No me miró. Su postura se volvió incómoda.

—Yo nunca he sentido... Esto que siento por ti por nadie más y... —sacudió su cabeza, tomando mis manos— No tienes que hacer esto Benatia, no tienes que hacerlo solo porque sientas que me debes algo. No me debes nada. Tú tienes tu pasado y estoy... intentando estar bien con eso porque ahora somos tú y yo. Eres mi presente y espero que seas mi futuro. Cuando estemos juntos será porque ambos lo queremos, no hay por qué apresurarse. No me iré a ningún lago. —parpadeé hacia él, confundida, sorprendida—. Quiero hacer las cosas bien contigo. Quiero merecerte.

Ángel era virgen y eso, de alguna forma me hacía verlo con otros ojos. Con mejores ojos.

Creí que podía llorar.

Quiero merecerte... Él me había perdonado después de todo y parecía querer merecerme, de verdad merecerme.

Quizá, una parte de mí quería merecerlo también.

—Te quiero —dije y eso pareció ser suficiente.


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¡Gracias!


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Capitulo corto pero a que valee la penaa :)

Ahora, ustedes me dirán, ¿todavía Team Benatia?

Canción: Te siento

Y sí, es Floricienta jajajaja 

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now