Capitulo 10: Progresos

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Era como un vicio decir mentiras

y tú tan inocente que te las creías


— Mas tarde vendré con un mecánico para llevarme el carro. —Papá avisó estacionado al frente del colegio— Te vengo a buscar a la una.

Mis padres habían estado atosigándome con preguntas toda la noche anterior cuando me fueron a buscar a casa de Ángel.

¿Cómo se te dañó el auto? ¿Porque no nos avisaste temprano? ¿Cómo había perdido las llaves de la casa? ¿Había perdido también las llaves del auto? ¿De quién era la casa donde me quede toda la tarde? ¿Era un amigo tuyo? ¿No habías dicho que no te caían bien tus compañeros de clase?

Y así sucesivamente hasta que estuvieron satisfechos con mis respuestas. Mi madre sobre todo había estado emocionada al saber que tenía un amigo y que era el mismo que me estaba explicando matemáticas, corté todas sus preguntas en el momento que en que insinuó que lo llevara a la casa para que lo conocieran. Eso no iba a pasar.

—No hace falta que me vengas a buscar. Encontraré a alguien que me lleve —dije pensando en pedirle a Ángel que me llevara a la casa al salir de clases. No creía que se negara

— ¿Estas segura? ¿Quién te va a llevar? —su entrecejo se profundizó

— Le diré a mi amigo.

Papá parpadeó sorprendido ante el uso de esa palabra —¿Él de ayer? —asentí.— ¿Cómo es que se llama?

—Ángel —me incliné en el asiento para darle un beso de despedida— Nos vemos más tarde. Bendición

—Que tengas un buen día —se despidió antes de bajarme del carro.

Divisé mi auto en el mismo puesto en el que lo había dejado ayer, intacto. Esperaba que mi padre lo arreglara pronto.

Caminé hasta el salón, entrando al desastre de mis compañeros de clases. Estaban dispersos en pequeños grupos riendo, conversando, gritando.

Ruido, ruido, ruido.

Eran las siete de la mañana, ¿no podían cerrar sus putas bocas? Dudaba mucho que estuvieran hablando de cosas importantes, las voces convergían unas con otras, entremezclándose, confundiéndose, juntándose en el aire, dispersándose por las cuatro paredes del salón, chocando contra mis tímpanos.

¿Cómo mantener el buen humor si tenía que lidiar con este tipo de gente?

Unos meses más hasta graduarte Benatia, solo unos meses más. Y después no tendría que verles la cara a ninguno. Más nunca.

Divisé mi asiento vacío en el rincón más alejado del salón y empecé a dirigirme hasta allá pero la imagen de Mariela y Ángel sentados juntos hablando apareció por mi periferia. La amargura me abordó. Mariela no perdía tiempo.

Sin medir mis pasos, me dirigí hasta donde estaban sentados y preparé mi mejor sonrisa

—Ángel —su cuerpo se sobresaltó y se enderezó, alejándose de Mariela. Bien—. Hola

Me incliné hasta él y le di un cálido beso en la mejilla. Él dejó de respirar debajo de mí

— Hola —respondió en voz baja mientras me apartaba de él. Volví mi mirada hacia Mariela, sus ojos eran flechas clavadas en nuestro intercambio.

¿Estás viendo Mariela? Mi proximidad pone nervioso a tu Angelito.

—Hola Mariela —su nombre sabía a veneno.

Ella miró a Ángel durante un segundo antes de devolverme el saludo y la sonrisa—¿Cómo estas Benatia?

—Bien —respondí secamente y de nuevo, dirige mi atención a Ángel.— ¿me disculpaste con Miguel por no haber podido jugar fifa con él anoche?

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now