Capítulo 48: La Destronada

1.8K 201 76
                                    

"Ojalá y te enamores de alguien como tú

Ojalá y te rompa el corazón"


Él me odiaba.

Era tan obvio por la forma en la que me miró. Por la forma en la que me ignoraba y la forma en la que me repelía cuando me acercaba.

Él me odiaba y todavía no podía entender por qué, ¿Qué había hecho mal?

Nada. Yo no había hecho nada, era ella, era Benatia Del Junco. Todo era su culpa. Ella entró en nuestras vidas solo para romperlas.

Cuáles eran los motivos detrás de sus actos, era incapaz de saberlo. Solo era consciente de que ella era una persona malvada. La peor de todas. Había estado tan equivocada acerca de ella durante todos estos años. La defendí ante todos cuando aseguraban que Benatia era creída y arrogante, yo aclamaba que ella era un poco asocial pero nunca una mala persona. Nunca me hubiese imaginado el monstruo que aguardaba dentro.

Tenía que empezar a hacerles caso a mis amigos y dejar de preocuparme tanto por los demás, especialmente por personas que no conocía, personas como Benatia. Aun así no podía dejar de pensar qué cosas habían sucedido en su vida que lograron que ella fuese de la manera en que era, con todo ese odio dentro.

Me rehusaba a creer que algunas personas eran malas por naturaleza, no quería creer en esa opción. Tenía que existir algo más, algo tenía que haberle ocurrido. Quizá ella tenía problemas en su casa, quizá sus padres no se preocupaban por ella, quizá ella venia de una familia disfuncional. Durante todos estos años, eran contadas las veces en las que sus padres se aparecían en el colegio, ellos tampoco se habían aparecido en ninguna de las reuniones organizadas para los eventos de la graduación, quizá ella no les notificaba de ellas. Por lo que sabía, Benatia podía odiar a sus padres también.

En el hospital siempre nos encontrábamos con niños más difíciles que otros, niños problemáticos y desobedientes, esos eran los que más atención necesitaban, los que si les dedicabas mucho esfuerzo y cariño, llegaban a abrirte su corazón sin miedo. Esos niños poseían un corazón enorme con ausencia de amor y sin embargo, eran los que más amor tenían para dar. La mayoría de los casos, esos niños venían de hogares disfuncionales, de padres maltratadores, dudaba que los padres de Benatia la maltrataran pero... Debería pedirle a mi mamá que se pusiera en contacto con los padres de Benatia, que averiguara algo. Mi madre era doctora, ella sabía sus cosas sobre psicología, podía ser de ayuda.

Sacudí mi cabeza, jugando con mi comida sin comerla al darme cuenta de que estaba haciéndolo otra vez, preocuparme por cosas y personas que no eran mi asunto. Ella no quería ser ayudada y tampoco estaba segura de que se lo mereciera. Había estado intentándolo durante todos estos años y lo único que conseguí fue un corazón roto.

Ella me gritó sin ninguna vacilación en su rabia que me odiaba, sus ojos habían estado desquiciados. Benatia me odiaba y otra vez, no entendía por qué. ¿Qué había hecho que mereciese su odio?

Ángel.

Por supuesto que era él. Que era por él. Nosotros habíamos estado juntos, estuvimos a punto de hacernos novios. Por supuesto que ella me odiaba por eso. Mi amor por Ángel seguía intacto y ahora, él me odiaba también y eso no tenía ningún sentido. Yo debería de ser la única odiándolo, odiándolos a los dos. A ella por todo lo que le hacía a Ángel y a él por alejarse sin ninguna palabra. Sin ningún aviso.

Durante todas esas semanas en las que estuvimos conversando, él se tomó las cosas con calma y eso fue lo que me hizo amarlo más. No fue imprudente, ni apresurado como los demás, se preocupó primero en conocerme, me invitó a su casa, me hice amiga de su madre y del adorable niño que tiene como hermano menor. Miguel es uno de esos niños intrépidos e inquietos que no tienen miedo de hablar con los mayores y eso lo hace especial, podía durar horas jugando fifa con los dos sin aburrirme. Me dolía pensar que Benatia no supiera apreciar esos momentos. Ángel se hizo amigo de mis padres, mi mamá lo adoraba y entonces, de la noche a la mañana, se hizo novio de ella.

Enterarme de eso fue como clavar un puñal oxidado en mi pecho, verlos besándose en la puerta del salón de clase como si estuvieran muertos de amor por el otro me destrozó y aun lucho contra la repetición de esa escena en mi mente. Después, el desastre y ridículo que hice en mi cumpleaños, enfrente de él. Enfrente de todo el mundo. Todavía en ese momento estaba segura de que Benatia no tenía la culpa de nada pero ella también había provocado eso. Yo había sido lo suficientemente tonta, dolida e ingenua al dejarme llevar por ella. Aun sabiendo que ella era novia de mi Ángel, yo había ansiado por su amistad, como resultado, había caído directo en su trampa.

No me hizo falta levantar la vista de mi comida para saber que Ángel había entrado al cafetín y mi masoquista corazón roto latió por él. Santiago a mi lado se tensó.

Esa era otra consecuencia de la tormenta llamada Benatia. Ella había logrado apartar a Ángel de todos nosotros, no comprendía por qué, qué ganaba ella con eso, ni siquiera lo amaba. Ella no lo quería como yo lo hacía. Ella lo engañó, lo manipuló y después, lo botó. Ángel no parecía aceptarlo.

Quería ayudarlo y no sabía cómo.

¿Cómo le decías a alguien que la persona que amaba era una serpiente insensible?

Nunca le dije lo que sucedió en el baño porque, aunque doliera como diez cachetadas, sabía que él no me creería. Entendía que no confiara en mi palabra, pero que no confiara en la de Santiago, su mejor amigo desde que eran niños me hacía comprender de la profundidad de los sentimientos de Ángel por Benatia

—Mariela, ¿estás bien? —Santiago susurró a mi lado—. No has comido nada.

Suspiré y levanté la mirada para encontrarme con la desgarradora visión de Ángel sentado en una mesa alejada. Desayunando solo. Mi corazón se arrugó por él.

Benatia estaba destrozándolo.

¿Cómo él no se daba cuenta de que ella solo le causaba dolor? ¿Cómo no se daba cuenta de que su lugar estaba junto a mí? Que siempre ha estado junto a mí.

—Me lastima verlo así. Mira lo que ella está haciéndole. Ella ni siquiera está aquí. ¿Por qué no se sienta con nosotros?

Santiago siguió mi mirada y su mandíbula se apretó

— Porque es un tarado orgulloso.

Sacudí mi cabeza, Ángel no era una persona orgullosa 

—Habla con él —lo miré a los ojos y luego a Alberto que estaba atento a nuestra conversación. Todos en la mesa estaban atentos a nuestra conversación—. Él necesita a sus amigos. Hablen con él. Por favor.

Ellos intercambiaron una mirada y un segundo después se levantaron. Los vi acercarse a donde estaba Ángel. Vi a Ángel enderezarse en su asiento como si tuviera que cuidarse de ellos. Cuidarse de sus mejores amigos. Vi como sus expresiones cambiaban. Discutiendo, molestándose. Unos minutos después Alberto y Santiago se levantaron con rabia contenida y le dieron la espalda dejando a Ángel atrás. La mirada de Ángel observando a sus amigos marchar era completamente descorazonadora.

Una sacudida envolvió mi cuerpo, una especie de adrenalina combinada con fuerza y furia y tristeza tan vivida que mi corazón se aceleró. Abordando cada gota de sangre.

Todo esto era culpa de ella.

Benatia era una zorra experta en la destrucción de relaciones y lo único que podía sentir en ese instante era odio. Odiaba a Benatia.

Los ojos tristes de Ángel se encontraron con los míos por un pequeño segundo antes de alejarlos.

Ella no se lo merecía.

Yo me encargaría de quitarle la venda a Ángel y regresarle la felicidad a sus ojos. Tenía suficiente amor por él para hacerlo.

Lo recuperaría.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Me encantaria haber visto sus caras cuando se dieron cuenta de que el capítulo era contado por la Marielita 😂

Ahora que dieron un vistazo a los pensamientos de Mariela, ¿qué piensan de ella?

Canción: Sé que te vas

GRACIAS POR LEER.

BESOS, Chicuelos

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now