Capítulo 65: El Príncipe

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"No sé si mi Ángel de la guarda me quiera guardar"


La felicidad era una cosa horrenda y efímera.

Acostumbrarse a ella nunca terminaba bien.

Siempre tuve la certeza de saber lo que significaba ser feliz, pensaba que yo era feliz.

No lo era.

Pensaba saberlo todo lo que tenía que saberse en esta vida pero en eso también estaba equivocada. Nunca había conocido lo que representaba ser verdaderamente feliz. Radiante de felicidad, del tipo en el que tus labios no pueden permanecer si no, extendidos. La felicidad para mí era el sonido de mi nombre susurrado por su voz, la felicidad era el sentir de sus caricias deslizándose por mi piel.

La felicidad era él. Era estar con él.

Mi felicidad era Ángel y cuando él se fue, empezó a doler.

Y dolía, bastante.

Yo no podía respirar y no podía hablar. Dolía tanto. Era más allá de un dolor físico, más que un dolor espiritual, era como tener los dos juntos a la vez. Como si hubieran arrancado de un jalón cada uno de los huesos de mi cuerpo y quemado con la cerilla de un cigarrillo cada centímetro de mi piel, como si hubieran abierto mi pecho sin anestesia dejando brotar cada litro de sangre en él, secando mis órganos, dejándolos morir lentamente para luego triturarlos y despedazarlos.

Yo era un completo desastre lleno de pedazos rotos e irreparables.

¿Cómo me había convertido en eso? ¿Qué estaba mal conmigo?

Todos parecían pensar que había algo mal en mí y últimamente, empezaba a pensarlo también.

Mi madre no me dejaba en paz ni para respirar. Benatia haz la comida, Benatia limpia la casa, Benatia lava los platos, Benatia lava la ropa.

Mi padre observaba todo con completa extrañeza pero no decía nada, al menos no a mí, no sabía que clase de explicación le había dado mi madre por el hecho de haber decomisado mi auto; de noche solía asomarse repetidas veces por la puerta de mi habitación para asegurarse de que yo siguiera ahí y no me hubiese escapado a hurtadillas, no que no hubiese pensado diez mil veces en escapar pero si lo hacía, ¿A dónde iría?

Mis padres me habían llevado y recogido del colegio, si Alonso intentó comunicarse conmigo no lo sabía, había bloqueado su número antes de eliminarlo de mis contactos, él estaba borrado de mi vida para siempre y aunque no era justo de mi parte echarle la culpa, lo hacía.

Toda esta situación era por su culpa, por haber venido a mi casa y hablar con mi madre, por haberle escrito a Ángel para que viniera.

Estaba más sola que nunca, mi mamá ni siquiera me hablaba si no era para ordenarme hacer algo e incluso entonces evitaba encontrarse con mi mirada. Sentía que me estaba asfixiando en este ambiente incómodo y hostil y solamente habían pasado tres días.

No había visto ni sabido nada de Ángel y para estas horas ya debería de haber regresado de Caracas, mañana él volvería al colegio y lo vería. Le había enviado mensajes, lo había llamado, incluso llamé desde el teléfono de mi casa pero no había recibido respuesta alguna.

¿Y si iba a su casa? Él vino a la mía cuando rompimos pero...

Solté un suspiro. Mi auto estaba decomisado y dudaba mucho que mis padres quisieran llevarme, además, irme en taxi sería desatar la furia de mi madre otra vez y por ahora debía mantener un perfil bajo hasta que se le pasara. Esperaba que se le pasara, al final ella era mi madre y yo era su única hija. Eventualmente pasaríamos de página, teníamos que hacerlo. Perderla a ella era algo que ni siquiera me atrevía a considerar.

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now