Capitulo 15: Caridad

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— Cuando el límite tiende a infinito se convierte en una indeterminación... —dejé de escuchar al Profesor Méndez cuando mis ojos se encontraron con los de Benatia, automáticamente los recuerdos de la noche anterior se intensificaron en mi mente... Ese beso.

Mis labios hormiguearon con el deseo de volver a sentir los suyos sobre los míos.

Le sonreí pero ella solo me ofreció una sonrisa tímida y alejó su mirada como si estuviera avergonzada. Quería saber qué pasaba por su cabeza, si aquel beso le gustó tanto como a mí. Ella se había ido justo después de que nos separáramos y yo había estado tan anonadado que no supe reaccionar.

No estaba seguro de si debía disculparme por eso, no quería disculparme, ese beso me había hecho sentir mucho más de lo que lo había hecho cualquier anterior. Si antes no podía dejar de pensar en Benatia, ahora sería imposible. Mi noche había consistido en un sin fin de sueños sin sentido donde ella era la protagonista de cada uno.

Me había besado con Benatia Del Junco y ella me había correspondido, una parte de mí todavía estaba esperando a que ella se acercara a mi lugar y me abofeteara y dejara en ridículo en frente de todos por haberme atrevido a hacerlo.

Benatia me había besado también... Otra sonrisa estúpida se formó en mi rostro. Era un bastardo afortunado. Tuve que contenerme las ganas anoche de contarles a Alberto o a Santiago sobre lo que había sucedido, sabía lo que pensaban de ella, en especial Santiago y no quería empezar otra discusión. Por otra parte, tampoco estaba seguro de qué significaba ese beso en mi relación con Benatia, aunque tenía una muy buena suposición.

Benatia me gustaba, me atraía más de lo que alguien me había llegado a atraer y quería estar con ella. Haría lo que estuviera en mi mano para lograrlo. Pronto.

Sin darme cuenta de los últimos minutos, el timbre había sonado y me encontré mirando a Benatia saliendo del salón. Mi mente despertó y reaccioné, guardando mis cosas para ir detrás de ella pero en cuanto colgué la mochila en mi hombro, Mariela estaba al frente de mí, sonriéndome.

—¡Mierda! —solté asustado al verla. No supe en qué momento se había acercado hasta mi lugar.— Mariela, me asustaste.

Ella frunció sus cejas en un gesto divertido — ¿Tan fea soy?

Sacudí mi cabeza, desviando mi vista hacia la puerta. ¿Benatia habrá ido al cafetín?

—¿Qué pasa? —pregunté, ajustándome la mochila en mi espalda.

—¿Vienes a mi casa después del entrenamiento?

Mi atención se volvió a ella de golpe — ¿Ah?

Mariela parpadeó — Deberíamos empezar a estudiar, sabes que los fines de semana estoy ocupada con la fundación.

—¿Estudiar qué?

—Matemática Ángel, ¿no escuchaste al profesor? El examen de Límites es el martes.

Mierda. ¿En qué momento había dicho eso?

—¿El examen es el martes entonces?

Mariela asintió lentamente — Si Ángel, el profesor lo repitió como cinco veces. ¿Te quedaste dormido?

Sacudí mi cabeza — Estaba distraído —suspiré— Lo siento Mariela pero no podré ir a tu casa.

— Oh —su expresión se entristeció— bueno, yo puedo ir a la tuya.

Hice una mueca sin querer sonar brusco — No es eso, es que estudiaré con Benatia, ya quede con que la iba a ayudar

Todavía no había cuadrado con ella cuando estudiaríamos pero si había un examen estaba seguro de que ella necesitaría que le explicase.

Perfecta Mentirosa✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora