Capítulo 64: Perratia

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"Si pudiera te pidiera que devuelvas todos los besos que te di

Las palabras y el tiempo que perdí

Me arrepiento de haber confiado en ti"



Sabes eso que dicen cuando pedazos de tu vida, de tu memoria, colisionan para agruparse en un solo segundo.

Todos tus recuerdos resumidos en un solo momento.

Un momento que podía romperte o matarte.

Eso fue lo que sentí.

Eso sentí cuando la vi a su lado. Eso fue lo que escuché cuando la oí aceptar todas las horribles cosas que había hecho. Que me había hecho. Toda la traición y las mentiras.

Todo el engaño.

Ella me había engañado desde un principio, nuestra relación entera había sido una mentira, desde el primer instante en que decidió sentarse frente a mí.

Había sido un idiota, me había convencido de no ver y solo ahora era capaz de darme cuenta. Si hubiese ignorado ese mensaje en Instagram del tal Alonso, probablemente jamás me hubiese enterado de la verdadera persona que era Benatia Del Junco.

La mentira que era ella.

¿Cómo fui tan ciego?

Me sentía enfermo de solo recordar que había perdido mi virginidad con una mujer que se encontraba embarazada de otro hombre.

Afinqué el pedal del acelerador queriendo escapar del nivel de cabrón que había sido. Recordé enviarle un mensaje a mi madre avisándole que el almuerzo estaba cancelado y apagué mi celular, no quería recibir ninguna llamada.

Bajé las ventanas del auto necesitando aire fresco en mis pulmones y manejé sin rumbo fijo, sin prestar atención a las calles y a los cruces hasta encontrarme estacionando en una pequeña casa de paredes verdes.

La conciencia era una mierda.

Era momento de empezar a reivindicar mis errores.

Subí las ventanas y apagué el auto antes de bajarme de él y atravesar la acera para alcanzar la puerta.

¿De todas formas, que más tenía que perder?

Toqué el timbre de la casa y esperé unos segundos hasta que una señora bajita, de contextura gorda abrió la puerta.

Sus ojos azules me miraron con confusión 

—¿Ángel? Vaya, no sabía que vendrías hoy.

Yo tampoco.

Antes de que pudiera responder la Señora Olga abrió sus enormes brazos para rodearme con ellos y me aplastó contra su pecho. 

—¿Cómo sigues hijo mío? —Mi piel se erizó, ¿ella también sabía? ¿Todos sabían menos yo? — Que bueno que hayas venido, tenías tanto tiempo sin pasarte por aquí que pensaba que ustedes dos estaban peleados. —Una sonrisa incomoda se formó en mis labios cuando ella me soltó—. Quiero que sepas que nadie piensa que fue tu culpa, ¿Está bien? No te culpes a ti mismo por lo de ayer.

Ah, se refería al partido.

Asentí y a pesar de que venía de ella, que no sabía nada de fútbol, se sentía bien que alguien que no fuera mi familia lo mencionara.

—Puedes ir a su habitación, ya te sabes el camino. A ver si tú logras animar sus vibras un poco que desde anoche no ha querido levantarse de su cama.

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now