Capitulo 11: Temporada de Víboras

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Miré mi último dibujo, había prestado especial atención en éste, Graciela con su piel morena canela sirviendo un trago, su pelo en una trenza con toques de azul escarchado, luces salían de ella de todos los colores, su sonrisa era la voz de un alma escondida, sus collares eran un grito de libertad. Era el último que había hecho hoy, había empezado pintando al tío de Alonso, sentado en la barra con el whisky a medio camino de su boca, la elegancia y la clase huyendo de él en colores plateados y dorados, el porte que cargaban sus rasgos duros, el brote del bíceps en su brazo sobresaliendo por la camisa de vestir impecable. Dibujé cada detalle de su vestir, hasta sus mocasines de calzado italiano caro. Y Alonso, detrás de Arturo se encontraba Alonso con su mirada negra intensa, su barba negra con toques rojizos que endurecían su mandíbula, su pelo negro desordenado caía por entre su rostro, una sombra había a su lado, era negro, todo a su alrededor se vestía de negro, su franela negra se ajustaba a su pecho, su figura alta y segura era una invitación, su sonrisa blanca lobuna era el único rayo de iluminación, Alonso te veía directo y te tragaba, te hundía en su abismo logrando que te olvidaras de todo, de todos.

Había hecho un buen trabajo. Di vueltas y vueltas y vueltas en mi asiento de ruedas.

Llamé a Alonso, era hora de que dejara de comportarse como un niñito. Contestó al cuarto ring

—Hola —dije en cuánto lo escuché descolgar

—¿Que pasó, preciosa?

— Estoy aburrida, ¿dónde andas?

Un ruido se escuchó a lo lejos — En mi casa, ¿quieres venir? Mi tío se acaba de ir

Di otra vuelta en mi asiento, no tenía más nada interesante que hacer para un sábado en la noche.

— Estoy allá en media hora. —colgué y caminé hasta el baño para bañarme. Unos minutos después ya estaba lista, vestida y arreglada.

Desde la habitación de mis padres escuché la televisión sonando, me asomé para ver a mi papá acostado viendo una película

—Voy a salir, vengo más tarde —avisé.

—¿Necesitas dinero? —sus ojos no se despegaron del televisor

—No.

Él asintió dándole una rápida mirada a mi atuendo antes de volver a su película. Suponía que mis vaqueros desgastados y mis Adidas blancos eran lo suficiente aceptables para dejarme salir

—Avísame cualquier cosa —dijo, refiriéndose a si el auto volvía a fallar.

Bajé las escaleras, esperando ver a mi mamá pero me acordé que ella había salido con unas amigas y salí de la casa, montándome en el coche. Esperaba que Alonso me diera comida.

El cielo estaba en su pleno atardecer, pintándose de colores rojos, naranjas y amarillos. A veces, me gustaba pintar el cielo también. Su inmensidad.

Hoy estaba de buen humor.

Alonso me recibió vistiendo una camisilla que dejaba al descubierto sus brazos y el principio de su pecho esculpido, descalzo y con un short playero.

—Realmente estabas aburrida —saludó refiriéndose a mi llegada rápida.

Me encogí de hombros y pasé, él cerró la puerta detrás de mí — ¿Que andas haciendo?

Lo seguí hasta la sala de su casa y me senté en el sofá junto a él. Me quité los zapatos., subiendo los pies al mueble

— Nada, solo veo esa película.

Miré hacia el televisor prendido, una de las tantas películas de Rápido y Furioso corrían por él. Hice una mueca, odiaba esa película.

—No me gusta esa película —dije esperando que la quitara

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now