Capítulo 50: Promesas Rotas

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"The best of us

Can find happiness

In misery"



Recogí mis sandalias del lugar en donde habían caído en el suelo y me senté en el asiento al frente del escritorio para ponérmelas. Alonso frente a mí terminaba de abrocharse el cinturón de su pantalón 

—¿Tienes hambres? ¿Vamos a comer algo?

Sacudí mi cabeza y me levanté del asiento

 —No puedo, tengo que irme a casa

—¿Pasó algo?

—Mis papás no saben que salí y quiero llegar antes de que ellos lo hagan.

Él asintió y tomó sus llaves y su teléfono del escritorio 

—Esta bien, déjame acompañarte

Lo tomé del brazo cuando comenzó a hacer camino hacia la puerta 

—No hace falta que lo hagas

Se quedó quieto un momento y un músculo sobresalió de su mandíbula 

—Benatia, ¿no crees que es tiempo de que... —su teléfono sonó al recibir una llamada y se calló al ver quien era —Joder. Es el tipo con el que estaba hablando cuando llegaste.

—Contesta —una sonrisa tranquilizadora se formó en mis labios— te aviso cuando llegue a mi casa.

Alonso miró de su celular a mí y entonces suspiró dándose por vencido, una de sus manos cubrió mi mejilla y con su pulgar lentamente apartó hebras de mi cabello corto

— Lo extraño largo— se inclinó hacia mí para darme un corto y delicado beso—. Maneja con cuidado —pidió y luego depositó otro beso en mi frente y se apartó, contestando la llamada

Cuando salí de su oficina, Graciela se encontraba sentada en el mismo sitio pero en lugar de ver su celular, veía con una sonrisa en sus ojos al mejor amigo de Alonso. 

Antonio De Rossi. 

Me entretuve un segundo al observarlos, no sabía que ellos dos eran amigos. Su suerte y nivel de compromiso con las mujeres competía con el de Alonso, por supuesto, al igual que su amigo, Antonio sabía cómo meterse. Lo que Alonso lograba con su sonrisa, Antonio lo conseguía con sus ojos grises.

Sin que ellos me notaran, abandoné el establecimiento y subí a mi auto, permitiéndome un segundo de calma antes de arrancar. Ver a Ángel hoy me había afectado más de lo que había pensado.

Las calles estaban sorprendentemente vacías y me aferré al volante apretando el acelerador. Ésta semana había sido eterna, mi vida había dado un giro de 180°, había estado con Ángel, había terminado con él. Me había enterado de que estaba embarazada.

Cerré los ojos por un segundo pensado en los días pasados y afinqué el acelerador

No recordaba mucho. Después de dejar la casa de Alonso todo se había vuelto confuso en mis recuerdos. Todo lucia como un recuerdo muy viejo, lejano.

Recordaba regresar a mi casa mientras mis padres aún estaban fuera, trabajando. Recordaba entrar a mi habitación y tomar una cajita escondida en mi armario. Recordaba tomar un collar de oro de mi bautizo. Recordaba salir tan rápido como había llegado y llamar a Graciela pidiendo por ayuda, otra vez.

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now