Capítulo 21: Santa Diabla

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Ella calcula todo lo que hace.

Ella es un misterio que te rompe el corazón

Sin pedir perdón



Los latidos del corazón golpeaban lento, muy lentamente, igual que los segundos. Y mi pie, mi pie golpeaba con rapidez contra la cerámica del suelo. La montaña antes abultada que se encontraba en el escritorio del profesor iba disminuyendo interminablemente y mi nombre aun no había sido mencionado.

Iba a morir de un infarto. ¿Podía darme un infarto teniendo apenas diecisiete años? Apostaba a que sí. Porque si el profesor no decía mi nota en los próximos segundos yo iba a sufrir un infarto. Estaba segura.

La mitad del salón ya tenía su nota, un sin fin de ceros, unos cuantos diez, pocos veintes. ¿Cuánto habría sacado? No había querido comparar resultados con Ángel el martes al salir del examen por puro miedo. No tenía idea de si me había ido bien o mal. Seguro me fue mal, o dios mío, me fue malísimo.

—Fernández Santiago —llamó el profesor quitándome otro segundo de vida. Santiago se levantó de su asiento y tomó su examen, una mueca en sus facciones se notó sin estar contento con su nota. Trece.

Mi miedo aumentó esperando por el próximo nombre

—Morales Mariela —otro segundo menos de vida. Mariela se levantó radiante, sin ningún rastro de preocupación, por supuesto, la muy estúpida ya sabía que tenía un veinte. Le sonrió al profesor como la lamemecate que era y entonces su sonrisa murió. Su ceño entero se juntó y un gesto de molestia e incredulidad se formó en su rostro. — Sin reclamos Señorita Morales y regrese a su asiento —advirtió el profesor antes de que Mariela dijera algo, me incliné en mi pupitre viendo su nota. Dieciocho.

Mariela había sacado dieciocho y se molestaba por eso, ¿acaso ella era idiota? Lo que daría yo por un dieciocho. Se sentó en su pupitre, tirando el papel en él en un gesto de rabia que dejó a más de uno sorprendido.

Vean, vean, Mariela no era la dulce palomita que todos pensaban. Si sentía ese tipo de molestia por solo una nota, que se ima...

—Del Junco Benatia —mi cabeza voló hacia el profesor.

Iba a vomitar, todo mi desayuno subió por mi garganta y estuve segura de que iba a vomitar. Ángel se giró hacia mí dándome una sonrisa tranquilizadora pero no era capaz de tranquilizarme.

Había raspado, había raspado el examen. Lo sabía

Tragué saliva y controlando mis temblores me levanté de mi asiento. El profesor me miró y luego volvió a mirar mi examen. Su entrecejo se frunció y miró de mí, al examen de nuevo.

—Felicitaciones Señorita del Junco —por el rabillo del ojo vi a Mariela alzar su cabeza hacia mí con interés— por fin decidió ponerse a estudiar, lo que sea que esté haciendo, sígalo haciendo.

¿Felicitaciones? Ningún profesor, nunca jamás me había felicitado. Por nada.

Tomé mi examen con manos temblorosas y vi mi nota

02

¿El profesor estaba burlándose de mí? ¿Estaba felicitándome por haber sacado cero dos? ¿En serio? ¿Qué clase de chiste era ese?

Parpadeé volviendo a ver mi examen. Espera no... Eso era... ¿veinte?

Había visto mal, había un veinte escrito en mi examen. ¡Había sacado veinte!

Perfecta Mentirosa✔️Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon