Capitulo 7: De Trofeos e Impresiones

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No juegues con un corazón porque al final

se parte


La habitación de Ángel era bastante normal para ser la de un chico en plena adolescencia. No había carteles de motos o mujeres en bikinis pegados en las paredes ni ese tipo de cosas, en realidad podría decirse que era acogedora. Las paredes estaban pintadas de un azul claro y en la pared al frente de la entrada había un estante con una cantidad incontable de trofeos. No pude evitar sentirme impresionada.

Yo no me había ganado ni un solo trofeo en mi vida, tampoco es que practicara alguna actividad.

— ¿Todos esos trofeos son tuyos? —pregunté acercándome al estante y observándolos.

Ángel se paró a mi lado y se metió las manos en los bolsillos sintiéndose incómodo con mi escrutinio. Noté cómo sobresalieron los bíceps en sus brazos al flexionarlos.

— Sí. Fútbol, ya sabes -comentó con timidez.

Un poco de molestia se filtró en mis venas. ¿Tan prendado estaba de Mariela que ni siquiera estaba haciendo el intento de impresionarme con sus trofeos? Alonso en su lugar ya estaría pregonando cada uno de los episodios en los cuales consiguió los trofeos.

— Debes de ser muy bueno —insistí, perforándolo con la mirada.

Vamos, intenta impresionarme.

Ángel miró hacia otro lado, rehuyendo de mi mirada y se encogió de hombros

― Es solo un hobby

— Supongo que tendré que empezar a ir a los partidos —solté sin siquiera pensarlo. Odiaba esos partidos. El fútbol no era de mi interés—. Comprobar que tan bueno eres en realidad.

Los ojos de Ángel se abrieron con sorpresa. Sonreí y su mirada se quedó por dos segundos fijos en mis labios... Bien, el muchacho no era tan idiota como pensé. Al menos se estaba dando cuenta de que estaba coqueteando con él.

Ángel carraspeó y apartó la mirada — No sabía que te gustaba el fútbol

No me gustaba

Mi mirada se volvió más intensa — Puede que me guste... Si tú estás jugando

Estuve segura de que Ángel había dejado de respirar. Por un segundo incluso me sentí mal, quizá estaba siendo demasiado obvia. Di un paso lejos de él, y pareció aliviado. Tampoco quería que el muchacho saliera huyendo de mí

— No fuiste anoche —dijo en cambio, dando por terminada la conversación.

Sentí un poco de decepción, estaba empezando a divertirme

Me encogí de hombros y continué con la inspección de su habitación, caminé hasta el escritorio y cogí el portarretrato que estaba en él. Una foto de un Ángel unos cuantos años más pequeño con un niño en sus brazos, Miguel, supuse y sus padres, me sonreían. La foto era tierna.

—Nadie me dijo donde vivía Andrea —me excusé.

Por mucho que quisiera conquistar a Ángel todavía no estaba psicológicamente preparada para asistir a una de esas fiestas estúpidas repletas de gente que no me agradaba. Pasar la noche con Alonso aprovechando que el tío todavía estaba de viaje me pareció una opción más placentera. La molestia que había sentido por haberme hecho quedar más tiempo el miércoles en su casa se había ido. Había llegado tan tarde que no pude levantarme el jueves para ir a clases. Mi cabeza palpitaba de solo recordar el regaño de mi mamá

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