Capitulo 12: Ancla Perdida

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"Presiento que eres de esos errores

que estoy dispuesto a cometer"

Tenía que dejar de verla, ella se daría cuenta.

¿Por qué no se había sentado cerca de mí esta vez? Había vuelto a su asiento habitual y no quería pensar en eso como un indicativo de algo. No había hablado con ella en todo el fin de semana y mentiría si dijera que no quise escribirle solo para decir Hola, pero iba a quedar como el propio imbécil si no lograba sacar otro tema de conversación.

Benatia había estado atormentando mi cabeza durante todo el fin de semana. Me sorprendí de lo rápido que me había acostumbrado a hablar con ella.

No debería haberlo hecho.

Tampoco debería estar coqueteándole, no debería estar lazándole indirectas e insinuaciones, tampoco deberían de gustarme tanto sus ojos avellana y su mirada enigmática.

Llevaba poco más de una semana tratándola, no debería de gustarme tanto cada vez que me veía y me sonreía, mucho menos debería de estar sintiendo este revoltijo cada vez que se reía por algún comentario que le había lanzado. No debería gustarme tanto hacerla reír.

Y no debería estar mirándola fijamente en este momento.

Mírame, mírame.

Quería me sonriera.

Ella había llegado después de mí y ni un vistazo había echado a mi dirección. Había observado cada uno de sus movimientos desde que entró al salón, a la espera de un reconocimiento de su parte, como un niño mendigando por un dulce. Su cabello castaño caía en ondas mojadas por sus hombros, estaba recostada en su asiento, luciendo increíblemente aburrida, su mirada era lejana, distante, sumida en sus pensamientos. Mataría por adivinar sus pensamientos. Sus manos jugaban con su cabello, sus ojos veían sin ver sus puntas, cada tanto halaba algo en ellas.

Según mi experiencia con las mujeres, cuando una de ellas jugaba con sus puntas era porque tiene solo segundos antes de morir del aburrimiento.

Escuché al profesor de geografía hacer una pregunta al salón. Desvíe mi atención de Benatia, intentando recordar cuál había sido la pregunta. Mariela alzó la mano y respondió, ganándose un positivo. Sonreí, ¿cómo hacía para saberse siempre las respuestas? Era adorable cuando estaba en plan inteligente. Lo cual era siempre.

Apostaba a que sus positivos ya no deberían de entrar en una sola hoja. En otra persona, el que siempre respondiera las preguntas sería insoportable y presuntuoso, pero con Mariela era algo simplemente normal, era a la única persona que el plan nerd le quedaría bien. Nadie lo veía como una manera de sobresalir para tener a los profesores bajo su manga. Mariela no era así, solo formaba parte de su encanto natural

Mi sonrisa murió. ¿A qué estás jugando Ángel? Hasta solo unos segundos atrás estabas pensando en Benatia como... Sacudí mi cabeza

Mariela, me recordé una y otra vez, Mariela era la chica.

Mariela, me volví a recordar como si de un ancla se tratase.

Mariela era abierta y sincera. Su mirada no escondía secretos ni mentiras. Benatia era lo opuesto, no creía que fuera una mentirosa precisamente, creía que era como un libro escrito en idioma extinto, Benatia era un laberinto en donde cada pasillo había un misterio diferente, mientras más la conocía, más difícil se me hacía entenderla, más difícil se me hacía comprenderla. Había tantas facetas, tantas actitudes, tantas expresiones distintas, que entre toda esa fachada y esas capas, no acababa de comprender la Benatia real. La Benatia que se encontraba al final del laberinto, aguardando, esperando por alguien que la consiguiera.

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now