Capítulo 37: Ceguera selectiva

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"Un clavel es tan complejo como el universo. El amarillo para el desprecio, el blanco por los sentimientos y si te olvidas de los colores, el clavel es la rendición para el amor"



—Mi padre me pidió que te dijera que habló con un amigo en Maracaibo y logró conseguir el juego que estabas pidiendo —avisé logrando que mi voz sonara tranquila y calmada.

 El silencio y la expectativa estaban volviéndome loca, paranoica. La mañana del lunes había pasado completamente tranquila sin ningún atisbo de conocimiento en su actitud sobre mi falta, la única cosa que me había recordado de la amenaza de Santiago habían sido sus dagas lanzadas en rayos azules desde cada esquina del colegio. Santiago me acosó con su mirada todo el día pero Ángel no pareció consciente de lo que sucedía a su alrededor, era eso o Ángel también estaba jugando con mi mente. Él no me había llamado anoche para darme las buenas noches y por pura cobardía de mi parte tampoco lo hice.

Esta mañana, sin embargo, algo había cambiado. Podía distinguirlo en sus ojos.

—Genial —murmuró distraído caminando conmigo hacia el estacionamiento.

Él había estado demasiado distraído todo el día. Miré hacia su mano derecha otra vez, a la venda delgada que cubría sus nudillos. Un accidente la tarde de ayer en el entrenamiento, había dicho.

—¿Escuchaste bien lo que te dije? Mi papá te acaba de conseguir el nuevo fifa. Pensé que ibas a estar más emocionado

—¿Uh? Aah... si, si lo estoy —su tono de voz indicaba todo lo contrario. Sus ojos lejanos se encontraron con los míos— ¿Cuánto es?

—Nada. Es un regalo de mi papá, te dije que le caíste bien

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, contorsionándose en el momento en que un empujón hizo tambalear su cuerpo hacia delante dando un traspié intentando encontrar el equilibrio para no caerse de boca. Santiago lo pasó haciendo un sonido desdeñoso y dijo al aire

—El mundo está cada vez más lleno de cabrones ciegos

Dejé de caminar observando la espalda esbelta de Santiago alejarse, miró sobre su hombro hacia nosotros con ojos rencorosos. Ángel, recuperando el equilibrio también se encontró con su mirada y su mandíbula se convirtió en un musculo duro y tenso, empezó a dar una larga zancada hacia su amigo pero, con el miedo y el pánico atascado en mi garganta logré sostenerlo del brazo a tiempo.

—Ángel —lo llamé y él se detuvo pero aun así no miró hacia mí, tiré de su brazo—¿Está todo bien? —Era una pregunta estúpida debido a que sabía a la perfección que nada lo estaba porque cuando Santiago volteó su rostro pude notar por primera vez el creciente hematoma en su mandíbula—. ¿Peleaste con él?

—¿Con quién? —preguntó entre dientes y jaló su brazo, soltándose.

—Con Santiago.

Por fin, se giró para verme con sus ojos café disgustados 

—¿Por qué pelearía con él?

No te exaltes Benatia, no luzcas culpable, no dejes ver que sabes más de lo que en realidad haces.

—Eso te pregunto. —Señalé hacia su mano—. Misteriosamente te lastimaste la mano y misteriosamente Santiago tiene un golpe en su rostro. —Ángel miró hacia atrás, como si esperase ver a Santiago parado viéndonos— ¿Ocurrió algo con el equipo de fútbol?

—No

Inhalé y exhalé sin permitir que la ansiedad consumiera mis cada vez más escasos nervios.

Perfecta Mentirosa✔️Where stories live. Discover now