Capítulo 49 "Estás muerto"

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 Inspira, y puede sentir el olor de la comida entreteniendo su estómago. Fernando estaba cocinando una receta que llevaba cebollas salteadas, su debilidad. También lo era él, parado frente a la sartén sólo en bóxers y sin remera, Sara tenía puesta la suya, blanca, y le llegaba apenas por encima de las rodillas. Por tentador que fuera esa imagen, sólo quiso abrazarlo, entrelazar sus brazos entre los de él por detrás de su espalda, y apoyar su cabeza contra la suya, aunque apenas haciendo puntas de pie, pudiera alcanzar su cuello para darle un beso. Era un fin de semana especial, como pocos, en los que pudieron dormir juntos y no tener que despertarse antes del amanecer, tomarse el tiempo para cocinar para ella su receta favorita, sin horarios, sin un reloj que corriera las agujas en su contra. No fue fácil armar excusas creíbles para marcharse por coincidencia en la misma fecha, pero valió cada segundo la pena, los ratos incómodos y la espera. Se fueron a un pueblito perdido en las sierras, a pasar los días en una cabaña de ensueño, según Sara. "Preciosa como vos" había dicho él. Era lo que necesitaban, el tiempo juntos que anhelaban, pero no podían tener. En la ciudad, sus citas consistían en cortas noches, ocasionales cenas, ratos libres de Sara entre clases, encuentros fugaces cuando Fernando salía del gimnasio. Nunca vivieron cerca, y entre los demás obstáculos, eso los mantenía alejados, pero supieron acomodarse para hacerse un tiempito, un espacio, un rato que pudieran compartir juntos, por breve que fuera. Se siente irónico, como él hubiera recorrido kilómetros para verla sólo cinco minutos. Debería haber sido más agradecida, más consciente de lo frágil, de lo que poco que realmente tenían, en lugar de darlo por sentado, de pedir siempre un poco más, de creerlo insuficiente y demasiado complicado. Ahora, que lo ve en perspectiva, nada parece más complicado, más enredado, más imposible que su situación actual. Algo ha cambiado en ellos, en él, que va más allá del hecho de que su papá los haya encontrado, de que todos sepan que están juntos. Hay una razón, de ello no tiene pruebas, pero tampoco dudas, y quizás, debería empezar a buscar alguna de las dos.

—¿Sara?

 Ella la mira, levanta la cabeza como si recién se diera cuenta de que le estaba hablando, como si no hubiese escuchado nada de lo que antes estaba diciéndole.

—¿Qué?

—¿Me pasas la sal, por favor? 

 Victoria la recibe de su mano, y la espolvorea sobre la salsa que está cocinando. Serán solo ellas dos en el almuerzo, Pablo y Zóe se fueron directo a la oficina después de dejar a Sara en la casa, Alina come en el colegio, como siempre. En pocas palabras, y explicaciones que prometió profundizar más tarde, él le contó que Zóe fue a buscar a su hermana, que no tardó demasiado en encontrarla, y al parecer, tampoco en convencerla de quedarse. Según dijo, no la regañó demasiado, aunque a ella, le suena a que sólo le dio los insultos y reproches suficientes como para que no se le ocurra hacer algo así de nuevo. Victoria, por su parte, no le ha hablado del tema desde que llegó. No puede entender cómo se siente enojada, profundamente dolida, y frustrada consigo misma, todo al mismo tiempo. Sara ya no es una niña revoltosa, ni una adolescente rebelde, por el contrario, es mayor de edad y prácticamente una adulta, aunque no siempre lo demuestre en sus acciones ni en sus caprichos. El punto es que, es responsable por sus decisiones, y las razones por las que las toma, y si lo primero que hizo cuando vio la oportunidad, fue querer tomarse un avión al otro lado del océano, quizás son ellos los que han estado haciendo las cosas mal. Le preocupa saber que, en un futuro, cuando tenga independencia económica para sustentarse, podría elegir irse lejos, y no verlos nunca más. Es un pensamiento que sacude de su cabeza tan pronto como lo trae, haciendo a un lado la angustia que le genera. Entonces, cambia de tema, en su mente, y en voz alta.

—Y, ¿cómo te está yendo en la facultad?

 Sara responde que bien, le cuenta que tuvo una parcial hace algunos días, cree que le salió bastante bien. Tiene otro la semana que viene, para el que todavía no ha empezado a estudiar, pero ya va a organizarse para ello. Antes, tendría que pedir los apuntes de la clase que se perdió hoy. Aprovecha para preguntarle sobre la carrera, en general, si le gusta y si está conforme. De las mellizas, fue la que tuvo menos encaminada su orientación vocacional, y no fue hasta último minuto que tomó la decisión de inscribirse en psicología. A pesar de ello, Sara manifiesta que está conforme con su elección, y que se ve a sí misma ejerciendo esa profesión algún día, lo que le alivia escuchar. Jamás se lo admitiría a ella, pero no le tenía tanta fe como a su hermana en los estudios, por ello, le alegra saber que ha madurado lo suficiente como para probarle que estaba equivocada. Le pregunta, porque, aunque trate de hacer memoria, siempre se le olvida, sobre las carreras que eligieron sus amigas. Sabe que Candelaria estudia con ella, recuerda cuando cursaron el ingreso juntas. De las demás, se acuerda de poco y nada.

Para quien quiera abrir los ojosWhere stories live. Discover now