Celeste es una chica que desde los 15 años tuvo que aprender a defenderse sola, ella ha tenido una vida dura, es hermosa, inteligente y fuerte, vive sola y tiene una mejor amiga que ha estado en todo con ella, ayudándola y apoyándola. Su nombre repr...
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Ahora, todo encaja
Se abalanza sobre mi sin esperar un segundo, me toma desprevenida estrellándome contra la pared agarrando mi cuello con fuerza.
Lo miro con ojos asesinos, y el sonríe de forma macabra, pasa su lengua desde mis hombros hasta mi mejilla derecha. Le escupo la cara y doy un rodillazo en su entre pierna.
Se separa un poco y aprovecho para empujarlo con fuerza, da unos pasos atrás y golpeo fuertemente su nariz al tiempo que doy otro golpe en la boca de su estomago
¡Eres una maldita zorra!, esta me la pagaras.
Los recuerdos llegan a mi como torbellinos, distrayéndome y dando tiempo a que el vuelva a tomarme del cuello. Lanza un golpe en mi boca y siento el sabor a sangre. Tomo su muñeca con ambas manos moviendo mi cuello a un lado, haciendo que se suelte. Tuerso su brazo poniéndolo de espaldas a mi.
Golpeo su pantorrilla haciendo que caiga de rodillas. Pongo mi peso sobre su cuerpo, poniendo su cara contra el suelo sin soltar su brazo y ayudando con mi otra mano a que su cabeza quede en su lugar.
—¡Estoy esperando que cumplas el trato! —le grito— ¡Vamos James! ¡Someteme!
No pone resistencia, no se mueve ni intenta soltarse, y esto no era parte del trato. Miro a mi al rededor, Ariana tiene cara de horror, Hugo y Thomas dudan si ayudarme o no, poso mis ojos en el chico de ojos azules. Me mira fijamente con la mandíbula apretada y sus puños cerrados.
Intento averiguar el porqué de su reacción, y una vez más me distraigo, aflojando mi agarre en el brazo del rubio, y haciendo que mi cabeza golpee el suelo. Un dolor intenso me hace cerrar los ojos y de pronto siento mareo.
James se sube sobre mi, golpeando mi rostro, rompiendo mi nariz. Abro los ojos y lo miro, comienza a golpearme una y otra vez, en los brazos, en el pecho, las costillas. Y lo peor es que siento que no me puedo mover.
—Te encanta que te golpee, eres una masoquista —dice mientras me toma del cabello suelto— todas ustedes son unas zorras.
Vuelvo de ese lugar, a donde no quiero llegar, para ver que, efectivamente alguien me está golpeando, pero no es quien yo creía. Miro a un costado para ver como Abel se acerca a punto de quitarlo de encima.
Pero no, ésta pelea no la voy a perder, al menos ésta no. Levantó mi rodilla golpeando una vez más la entrepierna de James, se detiene y golpeo su mandíbula, aturdiéndolo y logrando salir de debajo de el.
Pateo su cuerpo y cambio los papeles, siendo yo la que está sobre el, y sin esperar nada comienzo a golpear su rostro con todas mis fuerzas.
Es hora de que aprendan quien manda aquí.
Lo tomo de la cabeza, estampándola con fuerza sobre el piso de concreto.
Me van a pagar todo el dinero que les he gastado, y será ahora mismo.
