Celeste es una chica que desde los 15 años tuvo que aprender a defenderse sola, ella ha tenido una vida dura, es hermosa, inteligente y fuerte, vive sola y tiene una mejor amiga que ha estado en todo con ella, ayudándola y apoyándola. Su nombre repr...
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Verdades
—¡Que yo gané! —grita por quinta vez, y lo miro entre cerrando mis ojos.
—Santiago, te agradecería que no me grites, si no quieres que te mate a golpes —amenazo.
—¿Tú? No eres capaz de matar ni a una mosca —se burla.
—Pruebame, averigua si soy capaz o no, maldito infante —bocifero.
—¡Adrién! —escucho que me llaman, y volteo, para ver a mi hermana, bajando las escaleras— ¿Sabes cómo está Caín? Ayer se veía muy mal.
—No Lili, no lo sé —le respondo.
—Deberias irlo a ver.
—No soy su niñera.
—Pues pareciera —se entromete Santiago— cada que algo le pasa, lo traes aquí, y con ese carácter que tiene, me provoca ahogarlo con una almohada.
—Ese, sinceramente, no es tu problema, Santiago —respondo— Concentrate en pasar los exámenes finales, a ver si haces algo por tu vida.
—Tengo 18 años, Adrién, no necesito que me digas que hacer —dice, rodando los ojos.
—Pues mira que si, porque mientras mamá y papá no estén, tú y esa chica de haya —señalo a Lili— son mi responsabilidad, así que te aguantas, y me obedecen.
—Buscate una novia, y deja de jodernos —se queja, levantándose del sillón, y tirando el control remoto.
—Tengo muchas, con una no me basta —sonrío con picardía.
—Todos los hombres son unos perros —habla mi hermana— se acuestan con alguien. Y no les importan sus sentimientos.
—¿Cómo sabes tu eso? —pregunto, frunciendo el ceño— Liliana, tienes 16 años.
Ella palidece, y va dando pasos hacia atrás, hasta salir corriendo escaleras arriba. Me levanto de un salto, y la sigo, alcanzándola justo cuando está a punto de encerrarse en su habitación. La empujo, y la lanzo a la cama, comenzando a hacerle cosquillas, mientras ella ríe a carcajadas.
—¡Ya, por favor para! —grita, soltando algunas lágrimas.
—¿Tú como sabes que los hombres se acuestan con las mujeres, y luego las dejan tiradas? —pregunto, dejándola quieta.
—Porque Camila, mi amiga, perdió la virginidad con un chico mayor que ella, y sólo la usó.
—Bueno, aprende, los hombres son malos, aunque no todos —aconsejo.
—¿Cómo tu y Caín? —pregunta.
—¿A qué te refieres?
—Caín, Eirene me contó que juega con una chica, creo que se llama... Celeste, pero que en realidad la ama a ella —mi cara es de total asombro.