Celeste es una chica que desde los 15 años tuvo que aprender a defenderse sola, ella ha tenido una vida dura, es hermosa, inteligente y fuerte, vive sola y tiene una mejor amiga que ha estado en todo con ella, ayudándola y apoyándola. Su nombre repr...
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Presentaciones
Aprieto el gatillo, y bajo el brazo, en cuanto veo al hombre que cae al suelo, mientras un charco de sangre crece a su al rededor. Lanzo la pistola al suelo, y volteo a mirar al castaño de ojos azules, el cual mira el cadáver, y luego me mira a mi.
—Mucho gusto, soy Celeste Adams —digo, sin borrar mi sonrisa amarga.
Está echo, el lo sabe, y ahora, solo le queda aceptarlo, o largarse para nunca volver.
—¡Tú eres una mentira! —me grita, y la ira resalta en sus ojos.
—De habértelo dicho, jamás lo hubieras entendido.
—¡¿Y cómo entender, que mataste a tu propio padre, y que ahora, has asesinado a un hombre sin ningún tipo de razón?!
De verdad, estoy cansada de luchar contra la corriente, estoy agotada, y solo quiero caer en un poso sin fondo, del que no pueda salir nunca, y donde los problemas no me alcancen. Y quiero, quiero explicarle todo, pero con solo mirarlo, sé que eso es completamente imposible ahora.
—Dylan —llamo a uno de los guardaespaldas, y me mira con temor— encarganse del cadáver, ya saben que hacer.
Asiente, y me doy la vuelta hacia el castaño.
—Te lo quiero explicar todo...
—¡No quiero que me expliques nada, ninguna razón es válida para que me mientas, y de seguro, lo que me vayas a decir también es mentira! —ruge.
—Escuchame, te voy a contar como fue todo...
—¡Que no quiero saber nada, que cierres la puta boca, porque no pienso escuchar una mentira más de tu parte!
Me enderezo, tensando mi mandíbula y endureciendo mi mirada. Levanto el mentón, mirándolo con orgullo.
—Para ti es fácil hablar, tu, que lo has tenido todo —digo con frialdad— no me arrepiento de nada, no siento culpa por ninguna de las puñaladas con las que maté a mi padre, y si, soy una asesina.
—¡Entiende de una maldita vez, que no me interesa si has matado a medio planeta! —espeta, dando un paso al frente, para estar muy cerca de mi rostro— ¡Lo que me humilla, me enfurece, lo que no te puedo perdonar, es que todo éste tiempo no me hayas dicho más que mentiras!
— ¡¿Y donde estabas? Maldita sea donde estabas cuando necesitaba a un príncipe azul que me protegiera! ¡¿Donde estabas cuando te necesite de verdad?! —grito a todo pulmón— ¡Yo tuve la intensión de contártelo todo, pero me encontré con la hermosa sorpresa, de que mientras yo me recriminaba por lo que pudieras estar pensando de mi, tú te acostabas con la persona que más detesto!
Lo empujo con fuerza, haciéndolo dar dos pasos atrás.
—¡Tu no sabes nada Caín, eres un maldito ignorante que ni se imagina todo lo que he pasado, así que no tienes ningún derecho a hacerme algún reclamo!
