Celeste es una chica que desde los 15 años tuvo que aprender a defenderse sola, ella ha tenido una vida dura, es hermosa, inteligente y fuerte, vive sola y tiene una mejor amiga que ha estado en todo con ella, ayudándola y apoyándola. Su nombre repr...
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De regreso
-Ya te dije que no -dice serio.
-Es una playa privada Caín, ¡Privada! -digo ya cansada.
-No importa, igual te verán desde las otras casas.
-Pues te jodes, porque yo no vine a Miami, a una playa con el sol y el mar, para estar encerrada en una habitación -tomo la toalla de la cama, y paso por su lado ignorando todo lo que dice.
Me pongo los lentes de sol y comienzo a bajar las escaleras, escuchando las quejas del hombre de ojos azules. Son las doce del mediodía, es sábado y se supone que hoy nos regresábamos a New York, pero me niego a irme sin siquiera haber tomado el sol, por lo que decidimos -mejor dicho decidí- que nos vamos por la noche, son, 18 horas de viaje de regreso, por lo que saldremos de aquí a las nueve, para estar llegando a eso de las cuatro o cinco de la tarde del domingo.
También me encargue de hablar con Atria, y le dije que no podría llegar para conocer a su novio, pero quedamos en vernos en un restaurante el domingo para cenar, y poder conocerlo ahí. Y vamos a ir todas.
Extiendo la toalla sobre la arena, y me acuesto boca abajo, mirando hacia el agua. Llevo puesto el traje de baño negro, el cabello suelto y los lentes de sol. Miro el agua, escuchando el sonido de las olas al golpear la arena, y esto me relaja, me siento tranquila aquí.
Anoche dormí profundamente, no me desperté una sola vez, fue como si hubiera caído en un coma, y despertado ya cuando el sol salió, descanse mucho, y creo que Caín también durmió bien, por primera vez no me moví mientras dormía, no me estire ni nada por el estilo, solo me quede ahí, quieta, acurrucada a su lado.
Ahora que estoy aquí, pensando en eso, hubiera sido más fácil que el subiera a la cama, en vez de dormir los dos en el suelo. Pero bueno, a pesar de que estábamos en una superficie plana, me siento muy bien, bastante enérgica y descansada.
Miro a mi lado, y también hay una toalla extendida, más grande que la mía. Y el también tiene puestos unos lentes oscuros, sólo que está boca arriba, sin playera, y con sólo un short negro. Lo miro, o mejor dicho, me lo como con la vista, a pesar de saber que puedo tenerlo las veces que me de la gana, me gusta admirarlo.
Tomo un puñado de arena, y me lo pienso, pero luego la malicia puede más y se lo lanzo en la cara. Se sienta apartando la arena, se quita los lentes y sus ojos ahora grises se encuentran con los míos.
-¡¿Acaso tu no me puedes ver tranquilo?! -pregunta furioso- ¡¿Tienes que joderme siempre?!
Me echo a reír, y niego con mi cabeza repetidas veces, intentando calmar mi risa.
-¡No puedo! -exclamo muerta de la risa- ¡Es que... Me encanta como te vez cuando te molestas!