Celeste es una chica que desde los 15 años tuvo que aprender a defenderse sola, ella ha tenido una vida dura, es hermosa, inteligente y fuerte, vive sola y tiene una mejor amiga que ha estado en todo con ella, ayudándola y apoyándola. Su nombre repr...
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Confesiones
—Te paso a recoger a las nueve —me dice el, mientras me bajo de su auto— puntual barbie.
Me devuelvo, y le doy un beso fugaz, para luego salir completamente del auto.
—Nos vemos luego, Kent —me despido, y entro a mi edificio,
Subo hasta mi piso, entrando a mi apartamento. Lanzo la mochila al sillón y miro la ventana abierta, me regaño a mi misma por dejarla así, y me acerco para cerrarla. Igual con la de la cocina y las habitaciones.
Tengo una sonrisa que no se me quita con nada, y es de alegría, no puedo contener la felicidad que me cargo. No se si es por boxear después de tanto y que mi brazo no duela, o por el encuentro que tuve con Kent en el baño.
Salto en mi lugar, riendome en voz alta. Parece que poco a poco, las cosas se van arreglando, y todo toma su lugar, haciéndome sentir de maravilla. James no me ha molestado, la puta de Eirene ni siquiera la he visto, y Samantha, pues ella en realidad no es mala, sólo se fijó en el hombre equivocado.
Enciendo el estéreo nuevamente, me encantan las canciones de Little Mix, son arte pura y todas son movidas, alegres, o bueno, casi todas. Canto boy, mientras recojo las cosas que están regadas por todo el lugar. No puedo evitar reírme de la canción, que es lo contrario a mi y a Kent, bueno, el si es malo, pero yo también.
Según lo que me dijo antes de salir del gimnasio, vamos a ir a una discoteca, lo que significa que debo ponerme vestido, no es necesario, pero a mi me gusta hacerlo, sólo para provocarlo. Tomo mi teléfono, y veo que están llamando. Lo tomo sin ver el nombre, mientras le bajo volumen a la música.
—¡Ni siquiera te acuerdas de mi! —exclaman en el micrófono, y reconozco la voz al instante.
—¿Cómo estás rubia? —le pregunto— ¿cómo van tus vacaciones navideñas?
—Mal, muy mal, he tenido muchos vómitos y dolores de cabeza, todo me da asco —responde, y me quedo estática en mi sitio, mirando a punto fijo con los ojos muy abiertos.
—April... ¿Tú usaste condón con Abel? —le pregunto, y de pronto escucho como jadea y se queda en silencio— ¿April?
—¡Mierda Less! —grita, y escucho sus pasos corriendo, para luego escuchar una puerta cerrándose, y su respiración agitada— Luego de nuestro encuentro... Hace unos días... Quedamos en que yo me tomaría la pastilla del día después.
—¿Y lo hiciste? —vuelvo a preguntar.
—¡Carajo, se me olvido! —vuelve a gritar, y noto el pánico en su voz— ¿Crees que esté...?
—Es probable April, ¿cómo no te tomaste la pastilla? —le pregunto en tono reprochante.
—¡Lo olvidé ¿ok?! Pero no se puede saber aún, en las películas he visto que la prueba se la hacen al mes.
