CAPÍTULO 61

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Un pecado en el que caer

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Un pecado en el que caer

Abro al puerta de mi apartamento, entrando con una gran sonrisa en mi rostro, estoy muy feliz, demasiado diría yo, salto y me río en voz alta, incapaz de contener mi alegría.

¿Hay algo mejor que la venganza? ¡Lo dudo! Y si es así, que alguien me lo diga. Porque se siente maravilloso, es como si pudiera volver a respirar, como si me hubiera liberado de algo, y es que claro, estaba cargando con el peso de la culpa, culpa gracias a haber sido tan estúpida, pero ya eso desapareció de mi cuerpo.

Corro al estéreo, y coloco Circus de Britney spears, subo todo el volumen, sin importarme que sean más de las doce, de todas formas, yo soy la que pago éste lugar. Comienzo a bailar, moviendo mis caderas con sensualidad al ritmo de la música.

Paso las manos por mi cabello, llevándolo a mi cara, entre abriendo la boca, haciendo que el simple gesto, se vea sexy y tentador. Noto como Dylan y los otros cuatro hombres dentro de mi apartamento, me miran y tragan saliva. Sonrío y continuo mi baile, podría decir que éste es mi canto de victoria.

Soy como una líder, yo soy la que da la orden de disparar.

Voy bajando en un movimiento sensual, teniendo un equilibrio prefecto aunque tengo puestos los tacones.

Solo hay dos tipos de personas en éste mundo, las que observan y las que se divierten.

No puede ser más cierto, canto sin dejar de bailar, cuando termina la vuelvo a repetir, ésta vez coqueteandole a Dylan, el cual no despega sus ojos de mi cuerpo, y tampoco se me pasa desapercibida la erección entre sus piernas.

Solo hay dos tipos de chicos ahí afuera, los que pueden salir conmigo, y a los que le da miedo.

Me río ante esa frase, claro, los que me temen, y los que se atreven. Todo esto es solo un circo, en el que solo yo soy el centro de atención, y solo yo tengo el control. Repito una y otra vez la canción, bailando y cantando con cada vez más ganas. Ahora éstos hombres irán conmigo a todos lados que se sepa la importancia que tengo.

Si te tratan como una perra sin serlo, que lo hagan, pero con base. Y eso es justo lo que quiero, que me llamen hija de puta, sin corazón, desgraciada, maldita, pero que tengan las razones, porque eso es lo que sobra, motivos para decir que soy la peor persona que ha engendrado éste mundo.

En un segundo me volteo hacia la puerta, segundo suficiente para ver como un castaño se me viene encima. No hago nada, sólo dejo que me estrelle contra la pared, poniendo su antebrazo en mi cuello, y mirándome a los ojos, con ese tono gris, propia de la furia absoluta.

Volteo a mirar a los hombres que me cuidan, los cuales han levantado sus pistolas, apuntándole al hombre que tengo frente a mi. Levanto una mano hacia ellos en señal de alto.

RESERVADA~TMD: 1Où les histoires vivent. Découvrez maintenant