CAPÍTULO 62

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La tía Less

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La tía Less

Llego a mi apartamento, lanzando la mochila en el sillón, mientras me quito los tacones. Camino sobre el piso frío, mientras me desabrocho el saco, quitándomelo para solo quedar en camisa blanca. Me acerco a uno de los estantes de la sala, abriendo el cajón, y sacando la cajetilla de cigarrillos.

Me los llevo conmigo, y entro a la cocina, buscando el encendedor, y encendiendo el primer cigarrillo, para luego darle una larga calada. Busco en los gabinetes la botella de Wisky, y me bebo un trago.

Me voy a morir el día que me toque, así que lo que menos me importa ahora es tener el vicio al alcohol o al cigarrillo, aunque nunca lo he tenido, no dependo de ellos, pero simplemente me gustan, porque me hacen sentir bien y me hacen olvidar muchas cosas.

Es fácil hundirse, lo difícil es salir. Yo disfruto de el alcohol, no el de mi. Disfruto del cigarrillo, pero jamás el disfrutará de mi, y si, he probado de las drogas, pero jamás me han gustado como tal, las he probado de varios tipos, pero no es algo, que yo volvería una adicción.

El echo de que yo la trafique, no quiere decir que tenga que consumirla, y eso lo aprendí de Robert, jamás, en el tiempo que viví y conviví con el, lo vi drogarse, tomar si, pero nunca usar las drogas. Albert lo hacia, pero muy poco, y Drake, pues el nunca la llegó a probar, porque decía que eso fue lo que mató a su madre.

¡Maldita sea, tenía que llamar a Drake! Corro fuera de la cocina, tomando mi celular y marcando su numero, aquí si tengo buena señal, no como en la universidad. Al tercer tono me responde.

Pensé que te habías olvidado de llamarme —me dice, en tono reprochante.

—No tenía buena señal, ¿cómo está todo?

Ya mandamos la mercancía, no hubo ningún problema —me indica, y escucho voces de fondo— Nicholas llamó, nuevo cargamento, quiere nuevas cosas, y Carlos también quiere hablar contigo.

—¿Tiene alguna información de la que le pedí? —pregunto, refiriéndome a mi investigador.

Me dijo que llega en una semana, y que necesita contarte muchas cosas, y entregarte unos documentos, que apenas esté aquí en New York, se reunirá contigo.

—Está bien, mantenme informada de todo lo que suceda —digo.

Claro, ¿cuándo pasas por aquí?

—Cuando sea necesario, y por ahora, no lo es.

Cuelgo, y doy otra calada al cigarrillo, tomando de mi botella. Me encantaría hundirme en el alcohol, perder la conciencia, morir de un coma etílico, pero lo único que me detiene, es Bianca, el no dejarla sola para que nada malo le pase, el encargarme de su educación, y de que no viva la misma vida que yo tuve.

RESERVADA~TMD: 1Where stories live. Discover now