Celeste es una chica que desde los 15 años tuvo que aprender a defenderse sola, ella ha tenido una vida dura, es hermosa, inteligente y fuerte, vive sola y tiene una mejor amiga que ha estado en todo con ella, ayudándola y apoyándola. Su nombre repr...
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La razón de todo #2 5 años atrás
Las luces azules y rojas alumbran toda la calle, escucho a la gente que murmura, y no se cuantas personas hay ahí afuera, solo sé que todos tienen la atención fija en mi casa.
Los policías me esposan, y me dejo sin poner resistencia. Hace ya bastante rato que llegó una patrulla, y luego pidieron al menos cuatro más como refuerzo, supuestamente porque están frente a un "asesinato a sangre fría". Yo no lo veo como asesinato, más bien me atrevería a decir que es justicia.
Bianca está parada en la puerta de la cocina, mientras dos oficiales la retienen impidiendo que se acerque a mi. A mamá se la llevan en una camilla, ella aún no ha despertado, sigue inconsciente, y dudo que haya visto o escuchado algo de lo que pasó hace menos de media hora.
El oficial me empuja fuera de la casa, pero no lo hace con violencia, si no como si no quisiera hacerme daño. Bajo los escalones de la entrada, y de inmediato unos periodistas se me acercan para tomarme fotos.
—No pueden fotografiarla, es una menor —advierte uno de los policías, y ellos retroceden.
Y pensar que hasta hace unas horas, me estaban fotografiando por ser una de las campeonas de la competencia para ir a las regionales. Y ahora, me quieren fotografiar porque estoy manchada de sangre, y me están sacando de mi propia casa esposada. Las vueltas que da la vida.
Me suben a la patrulla mientras me leen mis derechos, y veo como a Bianca la suben a una diferente, quien sabe a donde. Un policía se sube a mi lado, mientras otro conduce, y un tercero va en el asiento del copiloto.
—¿A donde llevan a mi hermana? —les pregunto.
—Todo lo que diga puede ser utilizado en su contra —me repite el oficial a mi lado.
—Solo quiero saber si va a estar bien —respondo.
Nadie me responde, y me resigno a guardar silencio, mientras las patrullas comienzan a avanzar, dejando atrás a todos los chismosos que están afuera de la casa. Me recuesto en el asiento, mirando por la ventana a medida que avanzamos.
Suspiro, y el cristal se empaña, y puedo ver mi reflejo en el. Cabello despeinado, y unas diminutas gotas de sangre sobre mi rostro. Noto, que el oficial que va a mi lado no me quita los ojos de encima, casi como si estuviera asustado.
—Deja de mirarme así, no soy un monstruo, en cambio el cadáver que está en mi casa, si lo era —lo volteo a mirar, y el traga saliva, su rostro de asombro no desaparece— me van a juzgar, y me van a condenar, pero te aseguro que no me arrepiento de nada.
Llegamos a la estación de policía, y Bianca es la primera en bajar de una de las patrullas. Me bajan a mi, y en cuanto mi hermana me ve, se le suelta a los oficiales, y corre a donde estoy, dándome un abrazo fuerte, soltando algunas lágrimas.
