CAPÍTULO 67

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Depresión

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Depresión

Regresamos siguiendo el mismo camino, ya es de noche, y esto me hace saber, que tuvimos más de dos horas ahí, en el pié de ese barranco. Drake camina a mi lado, mientras yo simplemente mantengo una expresión seria, pateando las piedras que me consigo en el camino.

Pasé dos horas llorando con Drake, y la verdad es que no me siento incomoda, no siento nada de vergüenza, y creo que es porque simplemente, ya lo he echo varias veces, o al menos dos, para ser más exactos.

Puedo ver las luces de la casa, ya que el bosque obviamente está oscuro, y estamos usando las linternas de nuestros celulares para poder ver el camino, y no tropezar con nada ni caernos en algún lugar. Comenzamos a caminar entre los cultivos, y de pronto dos hombres salen de entre las hojas, y nos apuntan con las pistolas.

En cuanto levantamos las linternas, para ver quién es, imaginando lo peor, nos damos cuenta que son uno de los vigilantes. Ellos bajan las armas al instante, mirándonos a ambos.

—Pensábamos que eran más intrusos —se excusa uno de ellos.

—Tranquilos, lo sabemos —responde Drake por mi, y continuamos nuestro camino, hasta llegar al jardín de la casa como tal.

Miro a todos lados, pero las camionetas siguen en sus lugares, y no hay nada fuera de lugar. Entramos a la casa, y comienzo a buscar por todos lados a Bianca, pero no la veo por ningún lado. Llegamos a la sala, y mi sorpresa es, encontrarla sentada en una de las mesas, jugando cartas con los escoltas.

Carraspeo, y de inmediato los tres escoltas se levantan, adoptando la expresión seria, y cruzando sus manos detrás de su espalda. Bianca se levanta, y deja las cartas sobre la mesa.

—Tardaste demasiado, y estaba aburrida, así que les pedí que jugaran conmigo cartas —explica— no los castigues por eso.

—¿Qué te dijeron cuando les pediste que jugaran contigo? —pregunto.

—Solo desaparecieron, y minutos después llegaron con las cartas, y ellos tres —los señala— se ofrecieron a jugar conmigo.

—Así me gusta —les digo a los tres, y ellos me miran con sorpresa— mi orden fue cuidarla y complacerla, veo que lo están haciendo.

—¿No te molestaste? —me pregunta ella, como si fuera una niña pequeña.

—No —respondo cortante— ¿donde está Israel?

—Le pedí que me trajera un vaso de agua —responde ella, y como si lo estuvieran invocando, el aparece por la puerta, con el vaso en sus manos.

Se lo entrega a Bianca, y me dirige un asentimiento de cabeza. Hago una seña para que entienda, que es hora de irnos, y mi hermana la entiende también, porque deja el vaso vacío sobre la mesa. Me volteo hacia Drake.

RESERVADA~TMD: 1Where stories live. Discover now