Lo único que tuvo claro cuando él le ofreció vivir en su apartamento fue que jamás volvería a su anterior vida, preferible el riesgo de refugiarse con un amable desconocido que volver a servir tragos en ropa interior en un burdel. Sólo tiene que seguir unas simples reglas y no equivocarse, a cambio tendrá eso que le costó tanto conseguir antes: un techo seguro, un trabajo digno y comida. Lo único que no debe hacer es cometer un error, ¿cómo cual? Ella jamás debe enamorarse de él, sin importar cuán encantador sea o atractivo le parezca, y por muy bien que se vea él sin camisa está prohibido ceder al placer. Y la más importante: que él no descubra nunca que ella fue una dama de burdel.