La amistad, el amor y las copas

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Ella

Miércoles, una pesadilla.

Corre, corre, corre.

Envío órdenes a mi cuerpo, pero apenas consigo moverme algunos pasos arrastrando los pies contra el pavimento.

Corre, corre, corre.

Pero no consigo correr, al contrario, mi cuerpo se paraliza. Escucho el rechinido de unas llantas y luego una puerta ser azotada. La calle oscura a mi alrededor me impide ver de quién se trata, solo siento unos brazos sujetarme del abdomen y cargarme por la espalda para llevarme a su automóvil.

Pataleo, me retuerzo y grito. Pero no hay nadie que venga en mi auxilio y no consigo soltarme de mi atacante. La cajuela se abre, miro hacia la calle, no hay ningún vehículo en el camino. Mi captor me lanza al maletero, caigo bocabajo y me giro sobre mí misma para intentar salir y entonces lo miro.

Unos ojos azules que me miran con rabia desde arriba.

-Eres una mentirosa.

Despierto con el pulso frenético y la respiración acelerada. Miro hacia mis lados, pero Leonardo no está en la cama. Me pongo de pie, el reloj marca las tres de la mañana. Salgo de la habitación para ir a su encuentro. No es difícil dar con él. Está sentado en el sillón de la sala con una compensa fría sobre la frente.

-¿Estás enfermo?

-Uh no, es sólo migraña.

-¿Padeces migraña?

-No, pero mamá sí y ella usaba esto.

-¿Ya tomaste medicinas? -asiente, tomo lugar a su lado, pasó mis piernas sobre las suyas y me quedo de lado mirándolo. Masajeo su cuero cabelludo desde su frente hasta su nuca, acercando mi rostro a su hombro-. Gracias por lo de esta tarde. Que me acompañaras fue importante y que aguantaras todo ese interrogatorio de Paulina fue muy amable de tu parte -sonríe, aunque mantiene sus ojos cerrados.

-Ella se veía preocupada por ti -dice simplemente- y preocupada por el hombre mayor a ti que te ha tenido en una caverna e incomunicada.

-Siento eso. Su vena de abogada siempre salta a interpretar la situación.

-Por suerte te saliste de esa carrera al primer semestre -se burla de mí.

-Habría sido útil -intento que esa frase pase por broma, pero suena triste. Aclaro mi garganta para luchar contra mis traicioneras emociones-. Sé un truco para ayudarte con tu dolor de cabeza -sin dejarlo decir nada me pongo de pie y voy por un par de cubitos de hielo al congelador. Cuando regreso a la sala en lugar de tomar asiento a su lado, me pongo a horcajadas sobre él. Leonardo sonríe.

-Esto es muy útil también. Aunque no sé cómo...

-Shh -lo interrumpo mientras pongo un cubo de hielo a cada lado de su frente y masajeo con mis dedos para dar círculos en sus sienes-. Debería funcionar en un momento.

-¿Congelar mis neuronas es tu técnica?

-Relájate, ¿quieres?

Las manos de Leonardo quedan libres al quitarse la compensa fría de la frente y ahora las tengo imitando mis caricias, en mis muslos y trasero.

-Leonardo -me quejo, aunque tengo una sonrisa mal disimulada.

-Shh. Relájate -repite mis palabras.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Onde histórias criam vida. Descubra agora