XXXVII

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Sobre cómo son los errores y las explicaciones


Él

De camino a La Torre

No words – Rhodes

Me limito a conducir en silencio.

No tengo idea de por dónde empezar, ¿debería hablarle de mi extinta relación? ¿disculparme por no contarle a tiempo? ¿explicarle mis motivos para mentir? ¿averiguar qué es lo que piensa de todo esto?

Elisa se mantiene quieta mirando hacia la ventana a su lado, con sus manos sobre sus sus piernas, y su rostro sin emociones.

—Elisa, yo... —intento disculparme, pero ella reacciona estirando su brazo, enciende la radio y sube el volumen. Ella no quiere hablar. Se quita los guantes que le llegan hasta los codos y los deja caer en sus piernas, luego regresa a la posición inicial con sus manos en sus codos contrarios creando una barrera física frente a sí y con un rostro inexpresivo.

Luego de la calma que experimenté al comprobar que Elisa seguía esperando tras de mí en medio del drama provocado por Daiana, regresó la tormenta. Mamá estaba de pie a unos pasos de distancia, con Randall tras ella. No había que ser un lector de mentes para ver a través de sus expresiones y comprender que ambos habían llegado a la misma conclusión: El idiota con el que me engañó Daiana, y la nueva novia de Roberto era la misma pareja tras de mí.

—¡No me des la espalda, Leonardo! —gritó con voz estridente Daiana a mis espaldas, parecía bastante dispuesta a seguir con el circo. Mis manos se convirtieron en puños, pero no iba a seguir jugando a esto, me resistía a caer en sus provocaciones y arruinar más la fiesta. Respiré hondo intentando concentrarme en esa pequeña meta al final del túnel: No ponerme a su nivel.

Clare al lado de Elisa mantenía sus ojos entrecerrados hacia Daiana, y podía ver por el modo en que se mordía el labio inferior lo mucho que le estaba costando mantenerse en su sitio y en silencio en lugar de lanzarse a la yugular de la histérica mujer a mis espaldas. Sus ojos se encontraron con los míos y negué lentamente sólo para ella. No. Si Daiana quería armar un falso alboroto y un drama donde no había más que cenizas, que lo intentara, pero no iba a darle el gusto; y tanto Clare como mamá que estaba agarrada del brazo de Randall parecían entender ese pequeño acto de protesta de mi parte.

Elisa estiró su brazo hacia mí con su palma hacia arriba, me concentré en ese pequeño gesto de su parte, ella seguía aquí a pesar de todo. Ojalá mis ojos pudieran decirle cuánto lamentaba todo esto, miré a mi alrededor, el circulo de invitados sólo crecía y podía ver los celulares de algunos apuntando hacia nosotros. Tomé la mano de Elisa y entrelacé nuestros dedos, dándole tres leves apretones. Lo siento, lo siento, lo siento.

Ella me dio un largo apretón y una pequeña sonrisa de confort. Di dos pasos queriendo alejarme del circo, mamá estaba por alcanzar mi brazo cuando la voz de Roberto apareció entre el murmullo de los invitados.

—Déjalo que se vaya con su puta barata.

Y entonces todo mi autocontrol se fue al carajo.

La pantalla del vehículo detiene la música y el rumbo de mis pensamientos, suena el sonido familiar del timbre de mi celular, y un número desconocido aparece en la pantalla. Cuelgo la llamada.

—¿Es ella? —pregunta Elisa mirando hacia la pantalla del automóvil.

—No —lo siguiente que hice con Daiana después de sus insistentes llamadas a mi celular fue bloquear su número de celular, el de su casa y su oficina, también los de Roberto por si ella intentaba contactarme a través de él.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora