XLVII

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La calma y la tormenta

ELLA

Martes, 02:15

Love in the dark - Adele

No puedo dormir, no cuando soy por primera vez consciente de lo que en realidad ocurre con mi hermano. Las dudas me asaltan sin darme tregua para descansar, ¿descansar cómo? ¿Cuánto más me ocultó Adrián a lo largo de estos meses? Por suerte Adrián llevaba su celular a la primaria y pudo enviarnos la dirección correcta de su nueva escuela. Cuando le pregunté por el cambio al recogerlo su respuesta en lugar de tranquilizarme consiguió el resultado opuesto.

—Cuando bajas de calificaciones te expulsan —respondió mirando hacia sus rodillas sentado en el asiento trasero del auto.

Quería desmentir esas palabras, revelarle los engaños de Tía y quitarle esa carga de responsabilidad al niño de ocho años sobre lo que en realidad fue un mero acto egoísta por parte de esa mujer, pero ¿qué conseguiría con eso? Nada. Sólo haría que Adrián sufriera con mis palabras.

—Al crecer, las calificaciones no importan —le dije en lugar de soltarle la verdad, girándome en el asiento y dándole un apretón en la pierna. Sus ojos marrones miraron hacia mí con alivio.

—¿En serio? —su voz recuperó su habitual emoción, le sonreí tanto como pude ser capaz y asentí para mostrarme confiada.

—Así es.

—Pero Tía dice que la escuela es importante —abrí y cerré la boca sin saber qué decirle, no quería que pensara que la escuela no era importante por mi culpa y que Tía tuviera una razón más para hacerle creer que era una mala influencia.

—Lo que aprendas en la escuela es lo importante —añadió Leonardo ante mi silencio, poniendo su mano sobre mi pierna y dando un ligero apretón. Lo miré aunque los ojos de él estaban en el camino—. Tienes que intentar aprender tanto como puedas para cuando quieras ir a la universidad.

—Porque seré doctor, ¿cierto? —sonreí volviendo a mirar a Adrián que esperaba una respuesta tranquilizante de Leonardo.

—Ese es el plan —le dijo Leonardo, asentí con falsa emoción para Adrián para motivarlo.

—¿Y tienes amigos en la nueva escuela? —era una de mis mayores preocupaciones.

—Muchos, la maestra les contó que murieron mis padres y todos fueron buenos conmigo. ¿Ya te hablé de David? Su papá es doctor y dice David que la otra vez llegó una persona sin un ojo al hospital.

El resto del camino escuchamos con atención la perturbadora historia que le contó este tal David a Adrián, pero a pesar de su emoción por el tema no logré sentirme contagiada con su alegría, sólo sentía el peso de la culpa sobre mis hombros.

Ni siquiera conseguí relajarme más tarde cuando Leonardo y él jugaron a construir castillos de arena. La opresión en mi pecho y la incómoda bola de púas se quedó conmigo toda la tarde y aumentó cuando llegó la hora de regresar a Adrián a los brazos de esa bruja. Ella no era lo mejor para Adrián. Si fue capaz de cambiarlo de escuela para quedarse con el dinero de la colegiatura la creía capaz de todo. ¿Lo llevaría al doctor cuando se sintiera enfermo? ¿Compraría los medicamentos de patente o se limitaría a usar los más baratos del mercado? ¿Ella antepondría las necesidades de mi hermano sobre sus vanidosos gustos?

Ella era una extraña para nosotros hasta la muerte de mis padres. ¿Su desdén y odio por mamá sería así desde siempre? ¿Por eso Tía nunca estuvo presente? Tenía tantas preguntas atormentándome y sólo un montón de posibles respuestas y cada una de ellas era peor que la otra, había confiado en esa última voluntad de mis padres al dejarla como tutora de Adrián pero ¿y si ellos se habían equivocado? ¿Y si yo me había equivocado al creer eso?.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Where stories live. Discover now