XXV

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SOBRE CÓMO CONTAR UN SECRETO

ELLA

Tengo una batalla de emociones luchando en mi interior, tenemos a la felicidad absoluta en una esquina al tener luego de tantos meses a mi hermano conmigo, aun no podía creer que Tía hubiese sido capaz de hacerlo venir en avión solo y sin avisarme del cambio de horario. ¿Acaso planeaba que se perdiera? No quería darle vueltas a todas lo que pudo haber ocurrido si Leonardo no hubiera estado en casa cuando Adrián llamó.

Por lo menos el personal de seguridad del aeropuerto tuvo la sensatez de retener a mi hermanito hasta que alguien pasó por él. ¿Y Adrián decidió ir con un extraño sólo porque decía conocerme? Necesitaba sentarme a explicarle cuestiones básicas de supervivencia, como no ir nunca con un desconocido incluso si dice conocerme. Pero venga, a pesar de eso estaba feliz. Locamente feliz con Adrián en mis brazos.

Pasamos el resto de la tarde jugando en la sala de juegos, videojuegos y platicas ridículas sobre caricaturas, sí, había tenido que actualizarme con las caricaturas favoritas de Adrián durante estos días para tener conversación con él. No quería que sintiera que estábamos en bandos diferentes. Pero él se veía muy feliz, y por tanto yo estaba mucho más que sólo feliz.

Y por otro lado, tengo el miedo a enfrentar a Leonardo, intento ser positiva, fue por Adrián, lo trajo a su apartamento, le preparó palomitas de mantequilla mientras le ponía una película infantil, venga, le contrató Disney Plus y todo eso sólo para mantenerlo quieto en lo que yo aparecía.

Pero en cuanto yo entré a la sala de videojuegos y Adrián se abalanzó sobre mí, lo siguiente que supe fue que Leonardo nos dejó a solas en la habitación. Sólo se retiró con una mala excusa:

—Tengo asuntos importantes.

¿Esa era una manera de decir que tenía una lista de cosas realmente importantes? ¿O que no quería lidiar con mis mentiras por ahora?

Sospechaba que se trataba de la última opción.

Sabía que necesitaba hablar con Leonardo, aunque en realidad no quería despegarme de Adrián, así que aplacé esa discusión un par de horas. Lo que no pude aplazar por mucho tiempo fue mi discusión al teléfono desde el celular de mi hermano con Tía.

—¿Cómo pudiste enviarlo sin avisarme?

—¿No lo sabías tú?

—¿Cómo se suponía que iba a saberlo? —gruñí enojada. Si no fuera por Leonardo mi hermano habría pasado dos horas en una sala con desconocidos esperando por mí.

—Elisa eso es muy descuidado de tu parte —pero su voz no sonaba preocupada en absoluto.

—Lo subiste a ese avión sin avisarme —estaba más que sólo un poco molesta. Podía entender su odio hacía mí, pero era increíble que sus deseos de verme fracasar fueran más allá de la seguridad de Adrián.

—¿Y cómo es que te enteraste del cambio de horario?

—Me llamó por teléfono.

—Es un niño muy inteligente, y si yo hubiera sabido a qué número contactarte te habría avisado.

—Pues ahora lo sabes —aunque honestamente dudaba que alguna vez fuera a llamarme. Y si llegaba a llamarme sería solo para ocasionar más problemas.

—Lo quiero de regreso el lunes por la tarde, ahora déjame despedirme de mi niño.

Su niño. Él no era suyo. Pero no iba a ponerme a discutir. Le devolví el celular a Adrián, quien comenzó a contarle lo divertido que era viajar en avión, el montón de personas que conoció en el aeropuerto y cuando estuvo a punto de contarle sobre Leonardo, me apresuré a arrebatarle el celular y colgar.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora