Lo único que tuvo claro cuando él le ofreció vivir en su apartamento fue que jamás volvería a su anterior vida, preferible el riesgo de refugiarse con un amable desconocido que volver a servir tragos en ropa interior en un burdel. Sólo tiene que seg...
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Sábado, 20:02
Lo mantengo casual, un pantalón de mezclilla, unas zapatillas de suelo negras y una blusa rosa. No tengo maquillaje, así que hice lo que pude para arreglar mi rebelde cabello con una simple media cola. Demasiado casual.
Tiro la coleta y decido llevarlo suelto.
Demasiado normal.
Solo un poco de cabello sujeto de la parte superior. Ahora un poco de cabello en la frente.
Soy un desastre.
Si tuviera maquillaje sería más sencillo mejorar mi aspecto. Me veo demasiado juvenil. Leonardo tiene treinta y dos años, seguramente sus amigos tienen su edad y las novias de ellos también, lo que solo hará más notorio que él podría ser más mi niñera que mi novio.
Me quito la blusa floreada y la lanzo al suelo. Necesito encontrar algo diferente. Algo que no me haga parecer una chiquilla a su lado. No hemos coincidido estos días fuera del apartamento, y no tendríamos porqué. Pero esto de alguna manera se sentirá como real-real. Cuando entro al edificio o salgo de éste me aseguro que nadie excepto los porteros se den cuenta de mí.
Clare insistió en que eligiera esta blusa en especial. La miro arrugando la nariz, no quiero usarla. Y por otro lado es la más adecuada para lo que necesito. Una blusa negra semitransparente de red con un top negro debajo. Es descarado aunque sexi, no vulgar, solo moderno y no infantil.
Resulta que Clare es muy simpática fuera del trabajo, el miércoles fue incómodo el trayecto en su camioneta hacia el centro comercial, sí, ella es la chica que anda encima de una camioneta negra gigante contrastando su apariencia pequeña e inofensiva. Pero la camioneta le va bien, porque ella en realidad es todo menos inofensiva.
Honestamente si tuviera que elegir una personalidad, me quedaría con la de Clare. El miércoles mientras buscábamos camisas para Leonardo en tiendas de marca, Clare confesó la razón para mi presencia.
—Necesitas más ropa.
—No es así —Clare ladeó su rostro mirando otra camisa de vestir blanca, idéntica a la anterior y que tampoco le gustó porque la dejó en su lugar. ¿Qué tan difícil es escoger camisas blancas para hombres? Todas son lo mismo. Aunque ella no pensaba de esa manera.
—No puedes vivir con una prenda para cada día de la semana. Vas a desgastar tu ropa y parecerás fotografía pronto.
—Si no lo has notado, esto vale el doble de lo que yo gano a la semana —dije señalando una de las camisas de hombre que yo llevaba entre mis manos y que íbamos a pagar.
—Déjate consentir un poco, a Leonardo le sobra el dinero.
—No si sólo sigues escogiendo lo más caro para él —ella se rio y negó con su cabeza.
