XXII

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SOBRE CÓMO SEDUCE LA INOCENCIA


ELLA

I Know places –Likke Li

Toda la mañana y parte de la tarde del domingo me quedo encerrada en la habitación con resaca. Jamás volveré a tomar alcohol en mi vida, decido. Estoy demasiado avergonzada con mi comportamiento de la noche anterior como para animarme a salir al pasillo, no estoy lista para Leonardo. Tengo fragmentos de nuestra conversación fuera del club y nada de lo que recuerdo me parece bueno. ¿Por qué tomé tanto alcohol de manera irresponsable? Si hubiese estado más en control con mi cerebro habría podido manejar mucho mejor la situación, en su lugar, tuve vomito verbal con todas mis emociones. Hizo el ridículo. Ahora ni siquiera sé cómo comportarme con Leonardo. Pobre. ¿Me puse en evidencia como temo?

Toc, toc. Cubro mi cabeza con la almohada.

—¿Qué tal va tu resaca? —levanto el brazo poniendo mi pulgar hacia abajo.

—Quiero arrancarme la cabeza.

—Toma agua, ¿te apetece comer?

—¿Qué hora es?

—Las tres de la tarde.

Falta demasiado tiempo para que el día termine.

—Ugh.

—¿Quieres pizza?

—¿Sabes cocinar pizza? —pregunto con escepticismo.

—Hornear —me corrige como un sabelotodo—. Sí sé, pero no lo haré. La mandaré pedir a domicilio.

No puedo recordar la última vez que me di el lujo de comer pizza a domicilio. Quito la almohada de mi cabeza, entrecerrando los ojos ante el cambio de luz, pero aun así forzándome a mantenerlos abiertos, me siento en la cama.

—¿Qué ingredientes? —pregunto hambrienta y emocionada. Si alguien hubiera pasado tanto tiempo sin comer pizza estaría igual de emocionado que yo.

—No tengo uno en especial —él sigue de pie bajo el marco de la puerta de la habitación, me alegro al comprobar que me da la oportunidad de elegir. Muerdo mi labio— ¿alguna sugerencia? —me siento aliviada que pregunte, sería una pena probar una pizza luego de tanto tiempo y que resultara no ser de mi gusto.

—¿Podrías pedir champiñones con pepperoni? —levanta las cejas con impresión, pero asiente.

—¿Algo más?

—¿Pedirás refresco? —pregunto con timidez, mientras estiro mi suerte, pero asiente otra vez.

—¿Qué sería de la pizza sin soda? —sonrío—. Tomate la pastilla —señala la mesita de noche, ahí hay una caja de pastillas al lado de una jarra de agua y un vaso. ¿Cuándo los trajo?

Le agradezco, y sin decir palabra sale de la habitación. Cierro los ojos y respiro hondo antes de tomarme dos pastillas y un vaso de agua. Me tomo una ducha rápida con la misma pregunta repitiéndose: ¿qué tan incómodo fue la noche anterior para él? Intento hacer memoria: le exigí respuestas sobre su cita con la mujer de Tinder, le dije que me parecía muy guapo, y lo abracé como si fuese un muñeco de felpa. ¿Cómo es que llegué a la cama? No tenía ni un recuerdo sobre mí llegando aquí, pero supongo que me arrastré hasta el elevador y de ahí a la cama. Sólo espero que la peor parte de la noche esté entre lo que sí recuerdo.

Me visto con una de las blusas nuevas, una de manga larga con cuello de tortuga que Clare dijo que se vería bien con mi tono de piel, pero que ahora la cubren casi por completo en oposición a mi vestimenta de la noche anterior. Luego de vestirme gano la batalla contra la rebeldía de mi cabello peinándolo en una coleta alta.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Where stories live. Discover now