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SOBRE CÓMO EL HIELO PUEDE ARDER


Lunes 17:27

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Lunes 17:27

Fire on fire – Sam Smith

Mientras Adrián estuvo en el apartamento, apenas un par de miradas y sonrisas traviesas se cruzaron entre nosotros, era como si mi hermanito de siete años fuese una buena excusa para mantener la distancia, pero cuando regresamos del aeropuerto, no tenía idea de qué hacer o cómo comportarme alrededor de Leonardo.

Aún estaba lidiando con mis sentimientos y la partida de Adrián, así que pasé parte del lunes por la tarde en mi habitación dibujando. Leonardo sí tenía trabajo como dijo por la mañana, o quizás fue amable y me dio el espacio que necesitaba por lo que me dejó estar sola sin intervenir.

Cuando logré recuperarme, hice uso del teléfono de la casa para llamar a Adrián y asegurarme que todo estuviera en orden. Estaba muy emocionado porque el avión tuvo un lapso de turbulencia, cerré los ojos y respiré despacio recordándome que él ya estaba en casa, seguro y a salvo.

—Oye, Eli, Tía quiere hablar contigo.

Yo no estaba lista para esa conversación.

—Le llamaré después, te quiero mucho.

—Te extraño.

Sonreí triste y me repetí que así era como debía ser. Yo no tenía nada que ofrecerle y al menos allá él tenía la casa en la que había crecido y a sus amigos de la escuela.

Una vez que cuelgo la llamada me despido y me doy una ducha rápida para deshacerme de los rastros de lágrimas, para cuando estoy lista y salgo de la habitación me encuentro con Leonardo en la cocina.

—Tú cocinas delicioso, con razón tienes una cafetería —digo parada del otro lado de la barra frente a él, Leonardo levanta la mirada hacia mí y me sonríe. Está haciendo algo con carne y verduras que seguramente tiene un nombre laborioso e interesante, pero que yo nunca podré imitar.

—Tengo más que una cafetería, Elisa –dice manteniendo su mirada en la estufa. Eso explicaba todos estos lujos, por supuesto, y también explicaba el hecho de tener que mantenerse casi todo el día fuera del edificio.

—¿Cuántas? —pregunto acercándome a su lado, siempre me resulta un pequeño triunfo que él quiera abrirse a mí sin forzarlo.

—Soy socio de Clare de la primera cafetería, ella tiene otras tres en la ciudad, podría decirse que una pequeña franquicia local, pero una cafetería no puede pagar este lugar. Lo sabes, ¿no?

—Tienes restaurantes —digo con seguridad, esta era una de mis hipótesis, con su madre siendo chef y con la herencia del buen toque culinario era evidente que...

—No.

—¿No?

—Una empresa de construcción.

—Oh.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Where stories live. Discover now