El ojo del huracán

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Ella

Sábado, 09:00

Cuando un huracán aparece hay un momento de calma luego del caos, ocurre cuando estás justo en el centro de él. No hay lluvia, ni viento, sólo silencio y paz. Una engañosa tranquilidad que puede hacer creer a los ingenuos que el huracán ha terminado. Pero no es así.

Está por empeorar.

Yo no me di cuenta del ojo del huracán en el que me encontraba, solo creí que todo estaba mejorando y que lentamente la tranquilidad volvía a mi vida. Tan ingenua.

Apenas desperté, rompiendo con la costumbre de nuestros sábados por la mañana, Leonardo me pidió que me vistiera para recibir a una visita. Era Diana, busqué en la sala hasta dar con Leonardo en espera de una explicación. ¿Para ella me había pedido vestirme? Estaba a punto de avisar que iría a dormir cuando Diana habló.

-¿Cuántas pinturas tienes listas?

No es una visita, sino una compradora. Pero yo no quería que Diana comprara nada, se sentiría como limosna lanzada al suelo. En lugar de responder me cruzo de brazos, pero Leonardo no parece estar de mi lado esta vez.

-Casi treinta cuadros -responde él. ¿De verdad tenía tantos? Bueno, la mayoría de ellos los pinté en mi juventud. Y la otra decena de cuadros los terminé estos días en lo que intentaba desechar mis pesadillas.

-Tu madre dice que Elisa es buena -me sorprende que no se haya atragantado al decir que soy buena en algo, de hecho, su comentario parece honesto, pero mi experiencia con ella evita que pueda bajar la guardia.

-Diana tiene una galería -traduce Leonardo esta vez. ¿Ella era la ayuda que estaba esperando? Él me levanta ambas cejas y tengo que tragarme el orgullo para comportarme de modo maduro.

-Está acá -me doy la vuelta y camino a mi estudio apretando el paso.

-Randall y Elena dicen que es talentosa -dice Diana a Leonardo.

-Lo es -confirma Leonardo mientras abro la puerta a mi estudio. ¿De todas las personas que podrían facilitar mi camino artístico tenía que ser ella? Y por el modo en que Leonardo evita sostener mi mirada, supongo que la respuesta es sí.

Diana entra con su pose de crítica de arte, barbilla levantada, ojos felinos y sus labios apretados en una inexpresiva mueca de profesional. Le entrecierro los ojos a Leonardo en cuanto los suyos se fijan en mí, a cambio me ladea su cabeza y sonríe dulce, "ya veras" dice en silencio con sus labios y esta vez le ruedo los ojos antes de posarlos en la mujer que sigue paseándose por la habitación con su ropa blanca y perfecta.

Se detiene en la esquina donde tengo el cuaderno de dibujo abierto sobre la mesa. Pasa las paginas sin levantar el libro del mueble, hojeando con lentitud y sin expresión en su rostro. Nada que demuestre que es de su agrado o su disgusto.

Cuando termina con el cuaderno sigue al resto de pinturas, tomándole apenas un minuto o quizás menos a cada uno. En una fracción de tiempo decide que no vale la pena invertir y estoy segura que saldrá de aquí con su ego elevado mientras pisotea mi obra con sus comentarios mezquinos.

-¿Cuánto llevas pintando? -dice cruzándose un brazo frente a sí y sujetando el codo de su otro brazo.

-Desde niña -mi voz suena más cortante de lo que habría querido, pero estoy lista para recibir un insulto de su parte y replicar esta vez, puede que en el pasillo y el elevador me encontrara desarmada, pero este es mi lugar y ella no puede venir hasta acá a atacarme por entretenimiento.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Where stories live. Discover now