XI

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SOBRE CÓMO DIFERENCIAR: SUEÑOS Y REALIDADES

SOBRE CÓMO DIFERENCIAR: SUEÑOS Y REALIDADES

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Viernes, 04:25

Estaba en casa.

Estuve aquí tantas veces antes que sabía lo que había detrás de cada pared, la fotografía familiar pegada al refrigerador con imágenes de frutas. La foto navideña de la sala al lado del sillón, la habitación infantil con pegatinas en las paredes de dinosaurios. El librero del pasillo lleno de libros de arte y porcelanas de dientes.

Una risa retumbó en el silencio de la casa.

Adrián.

Subí un escalón y luego otro, despacio, evitando que la madera debajo de mis pies rechinara, escuché la risa infantil y me adelanté un tercer paso cuando escuché una voz detrás de mí.

—¿Qué crees que haces aquí?

No tenía que mirar para saber que era Tía. La tía de papá al menos. Un escalofrío me recorrió y cuando miré hacia atrás la tenía a tres centímetros de distancia, se veía mucho más decrepita de lo que la recordaba y sus ojos estaban inyectados de odio.

—Estás en mi casa.

—Ésta no es tu casa, es mía.

—Era de Noé. Ahora él está muerto, y es de Adrián, su hijo, y yo me aseguraré que la casa llegue a sus manos cuando sea apropiado.

—Noé era mi papá también —exclamé, miré hacia arriba pero mi voz no hizo que las risas se detuvieran. Adrián era un niño feliz a pesar de todo.

—No lo es, tú eres sólo una pequeña bastarda que tu madre concibió con un don nadie. Mi sobrino fue amable con Teresa al permitirla traerte a vivir con ellos —la mujer golpeó el barandal de madera de la escalera y me apuntó con su esquelético dedo—. Ellos estarían vivos si ella no hubiese sido tan egoísta como para hacerlo viajar en esa nevada.

—Era Navidad —mi voz salió tartamuda, sin saber cómo contraatacar al resto de acusaciones. ¿Mentía? No del todo. Mi madre quedó embarazado joven y cuando el susodicho decidió que era demasiado inmaduro para ser padre, ella tuvo que tomar la fuerza que a él le había faltado para criarme sin ayuda, al menos hasta que apareció papá y se convirtió en la esperanza al final del túnel para ambas.

—¿Cómo iban a saberlo?

—Le dije que sería su perdición, se lo advertí —Tía retrocedió y caminó hacia la puerta— Noé era como un hijo para mí hasta que ella me lo arrebató.

—Por favor —imploré—, yo no hice nada malo –me senté en el escalón aferrándome al barandal como si eso pudiera detenerla de sacarme de mi casa.

—¿Cómo entraste? —insistió ella. Se me llenaron los ojos de lágrimas.

—Ésta es mi casa —repetí, pero mi voz sonó quebrada aguantando el llanto.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Where stories live. Discover now