III

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SOBRE CÓMO EL DESTINO LOS UNIÓ


ÉL

Domingo, 05:16

¿En qué lío te has metido ahora, Leonardo?

Si mamá estuviera aquí eso diría.

¿En qué lío te has metido ahora, Leonardo?

Sirvo un vaso de agua natural y otro vaso de agua mineral. Aún siento los efectos del alcohol en mi cuerpo, necesito estar sobrio o por lo menos aparentarlo. Pero nada mejor para bajar la borrachera que una mujer en peligro durante la madrugada.

Presto atención a la sala.

Una llorona mujer en peligro.

Así es, ella está aquí. En mi sillón, dentro de mi apartamento a las... reviso el reloj de la cocina, son las cinco de la mañana. Planeé utilizar mi día libre para terminar con la colección de vino, en su lugar estoy pagando las consecuencias por ayudar a una desconocida después de casi veinticuatro horas sin dormir.

Lo sé.

Ella no debería estar aquí.

Lo sé.

Debí llevarla a una comisaría de policías y solicitar información de ella para que pudieran darme su domicilio o por lo menos pasarle mi responsabilidad sobre ella a otra persona.

Ella sigue llorando en la sala.

Miro los dos vasos servidos frente a mí. Suelto el aire y tomo en largos tragos mi vaso de agua mineral, vuelvo a servir un poco más. No es alcohol, pero con algo debo pasarme las ganas de golpearme a mí mismo por ser tan imbécil.

Miro hacia la sala, las convulsiones de ella ahora sólo son pequeños espasmos.

Es solo una chica asustada, ese puto idiota estuvo a punto de secuestrarla y parece haber entrado en un ataque de llanto desde entonces, lo que respondería perfectamente a la pregunta ficticia de mamá.

¿En qué lío te has metido, Leonardo?

Ayudé a una joven y la traje a casa sin conocer su nombre siquiera. Espero que esto no sea un secuestro. Mierda. Ni siquiera sé si es menor de edad. Salgo de la cocina con los dos vasos de agua, pero incluso cuando estoy a unos pasos cerca de ella parece ignorar mi presencia. Lo cierto es que no sé cómo conseguí traerla hasta aquí.

Sí que sé.

Con pequeños empujones la hice subir al carro, con mi brazo en sus hombros la ayudé a caminar hacia el elevador, me gané todas las miradas de confusión de Teodoro -el anciano de seguridad del edificio- cuando pasamos a su lado con ella llorando y moqueando sin dejar de caminar. Y por fin la hice sentarse en el sofá, sin siquiera conseguir que emitiera una palabra, ni su nombre, ni su dirección, ni siquiera una muestra de agradecimiento.

—¿Estás bien?

Ella no para de llorar, abre la boca para intentar decir algo por centésima vez cuando vuelven a inundarla los sentimientos y el miedo por lo que sólo salen de sus labios más sollozos.

—Shh, tranquila, todo está bien.

Me quedo cerca de ella, pero con distancia de un par de metros, la exigida luego de los eventos de hace una hora, intento a su vez darle tranquilidad y no asustarla. Dejo el vaso de agua frente a ella, pero ella ni siquiera lo mira. Cubre su cara con sus manos sin parar de llorar. Respiro hondo.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Where stories live. Discover now