XXXIX (CONTENIDO NUEVO)

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Ella

Sobre cómo ceder
Ella



Sobre cómo cederElla

Ese martes, 20:30

Fue un día complicado, aunque extrañamente se debe a lo simple que ha sido la jornada laboral, posiblemente soy la primera en quejarse por haber sido designada a matar el tiempo frente a la caja registradora, porque en la Cafetería de Clare, eso es a grandes rasgos como un premio.

Nadie quería lavar los baños, ni sacar la basura al callejón, quitar los chicles bajo las mesas, atender a los clientes molestos, es decir, alguien siempre lo hacía, pero entre menos te tocara hacer alguna de esas cosas de la lista entonces era mejor. Excepto para mí.

Durante el sábado, el domingo y el lunes terminé con cualquier posible trabajo pendiente con el cual distraer mi mente: ya no había telarañas en las esquinas de los techos, ni chicles bajo las mesas, ni baños sucios, ni polvo grasiento sobre el metal de la cocina, ni pisos manchados, ni grasa en la estufa, ni trastes fuera de lugar siquiera. Todo impecable. Excepto mi masoquista cabeza.

—¿Hay un premio para el empleado del mes del que no me enteré? —preguntó Marlen con amabilidad y diversión, era una de las meseras del turno vespertino, simpática aunque con el defecto de entrometerse en mis aspiraciones. Le sonreí sin ocultar del todo mi incomodidad por haber sido atrapada, si alguien pensó que era extraño que limpiara como poseída no lo habían mencionado, hasta que Marlen lo hizo.

—¿Hay empleado del mes? —preguntó Garret ya sin su mandil negro de uniforme porque su turno había concluido cinco minutos antes. Aunque él seguía en la cocina terminando de comer su comida de cortesía.

—¿No lo hay? —fingí decepción abriendo los ojos más grandes y luego dando un innecesario suspiro dramático.

—No. Clare insiste que todos debemos ser tratados igual sin competencias internas —dijo Tim, de cocina, sin dejar de batir huevos y sin levantar su mirada hacia mí, pasé saliva incomoda.

—Clare no vendrá por unos días, aquí no hay a quien impresionar —añadió de nuevo Marlen cruzándose de brazos sin perder la sonrisa, ¿entonces porque su comentario con tono amable y sonrisa sincera me pareció una bofetada?

—Deja ese trapo, Elisa, mejor ve a servir mesas, ya has hecho demasiado hoy —insistió Garret, caminando hasta mí y quitándome el pedazo de tela con el que estaba limpiando la alacena.

—La verdad es que mereces el turno de cajera por hoy, debes estar agotada después de todo lo que hiciste ayer —dijo Marlen, y yo me quise morir de vergüenza y decepción. Si había algo más estimulante que la paga era mantener mi mente quieta y lejos de la realidad. Podía hacer cualquier cosa sin pensamientos mientras trabajaba, y lo digo en serio, así es como había sobrevivido en el burdel por ocho larguísimos meses.

—Tonterías, yo puedo meserear —me crucé de brazos haciendo un esfuerzo por hacer lo que yo quisiera hacer para conseguir dejar de pensar en Leonardo.

—No, no —insistió Garret—, ¿qué pensaría Clare?

—Clare me contrató para ser mesera.

Unas bajas risas y sonrisas divertidas de parte de mis compañeros corroboraron que algo pasaba.

—Venga, Elisa, deja de fingir. Que ya sabemos que estás con el hermano sexi de Clare.

Me gustaría decir que fui lo suficiente audaz para dar una respuesta y negarlo todo, o que me mostré tranquila para aparentar normalidad y aceptarlo, o que pretendí como actriz galardonada que sólo éramos viejos amigos, pero lo único de lo que fui capaz fue de abrir y cerrar la boca como estúpida para diversión de ellos.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Where stories live. Discover now