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El tiempo, las heridas y las cicatrices

Él

Sábado, 16:10

FRAGMENTO DE UN RECUERDO

Hablé con Elisa sobre la custodia de Adrián casi un mes atrás, fue el mismo día en que Samuel se negó a levantar una demanda para pedir la custodia sin conocer todos los detalles que había detrás.

—Quiere ver el testamento, para empezar. A veces los testamentos tienen clausulas especiales considerando el paso de los años y tu posibilidad de cuidar de Adrián por tu cuenta.

Estábamos sentados en la cama de la que era su habitación. Ella miró hacia las sábanas antes de responder con tono triste.

—No lo tiene.

—¿Lo viste?

Y se toma unos segundos de darme una respuesta.

—No personalmente.

—Lo normal, según Samuel, es que se lea el testamento frente a los involucrados para evitar cualquier conflicto de interés.

—Recuerdo algo como eso, pero no creo que eso sirva para ti, me la pasé un poquito medicada esos primeros días así que estuve ahí, pero no estuve ahí.

Sábado, 16:20

Mi inutilizable comedor se convirtió en una zona de guerra de papeles. Las fotografías que Elisa tomó con mi celular al testamento las imprimió Samuel en tamaño carta para poder leerlas sin dificultad; son legibles, pero eso no las hace más fáciles de leer.

Por lo menos eso pienso mientras veo a Elisa releer una hoja tras otra y compararlas entre sí, las pone contra luz como si pudiera haber algo oculto en ellas, podría resultar gracioso en cualquier otra circunstancia, pero me parece lo opuesto, su desesperación por encontrar una respuesta diferente a la verdad es evidente.

—No lo entiendo —repite por quinta vez, pero en realidad sí lo entiende, Samuel se lo explicó con calma y sin tecnicismos. Le explicó detalladamente de lo que se trataba esto, ella lo entiende, yo lo entiendo, incluso si estuviera aquí Adrián sería capaz de entenderlo.

Samuel y yo intercambiamos una mirada larga, asiento y él vuelve a hablar.

—Va a ser más complejo, pero también con un resultado más justo —intenta calmarla de nuevo, pero Elisa sacude la cabeza no a Samuel sino a los documentos.

Por supuesto que será complicado, esto que tenemos en frente debería concluir por lo menos con una sentencia tras las rejas. A Elisa le tiemblan las manos al volver a tomar la página principal de cada uno de los dos testamentos que tiene frente a sí.

—¿Por qué no sabía de esto?

Lo mismo quisiera saber yo. Samuel tiene una respuesta más o menos convincente para ambos:

—No es un tema fácil de hablar con los hijos, muchos padres hacen testamentos y los hijos descubren cuál fue su voluntad hasta después de sus muertes.

Samuel intenta mantener su rol profesional y no creo que exista ninguna pose profesional como víctima cuando te dicen que te han arruinado la vida en tu cara.

—No lo entiendo —vuelve a decir Elisa, tallándose los ojos para deshacerse de las lágrimas que bajaron.

—Dijiste que estuviste medicada —le recuerdo con voz suave, pasando mi mano por su brazo en una caricia que busca en vano confortarla. Ella sacude la cabeza otra vez.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora