XXIV

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SOBRE CÓMO SON LOS CELOS

Ella

Viernes, 16:25

Hoy por fin llega Adrián. Es la razón por la cual he llegado tan lejos, lo único que he deseado todos estos meses ha sido volver a ver esa carita sonriente de nuevo. He sido capaz de trabajar en un burdel para poder cumplir con mi parte de enviarle dinero cada mes, ¿pensaría alguien que no sería capaz de añadir una mentira más por él? ¿Incluso si eso pone en riesgo mi estabilidad?

La llave del apartamento pesa en mi bolsillo del pantalón como si tuviese una tonelada dentro, eso pesa la culpa por engañar a Leonardo.

Le conté a Leonardo de mi visita ese mismo sábado porque necesitaba comenzar a crear un nuevo engaño a sus ojos y pensaba que entre más pronto iniciara más sencillo sería mantener la mentira.

—Quería hablar contigo de algo —empecé mientras servía la cena. Leonardo parecía distraído en el celular, miró hacia mí y sonrío como si todo el estrés y carga laboral anterior hubiera podido desaparecer tan simple como solo una mirada hacia arriba.

Tragué saliva, odiaba mentirle, pero era necesario. Esto era el resultado de mis múltiples omisiones sobre mi pasado. Tal vez si hubiera sido honesta desde el principio... aunque ya era demasiado tarde para echarme atrás. Lo único que podía hacer era seguir tejiendo la larga mentira que me perseguía.

—Un viejo amigo vendrá a la ciudad el próximo fin de semana—comencé intentando hacer que mi voz sonara animada y casual—, así que estaba pensando en pasar unos días fuera del apartamento —fingí que la comida necesitaba toda mi concentración mientras ponía queso parmesano encima de la pasta y decoraba con cuidado la ensalada en el plato.

—¿Un viejo amigo?

La idea no era de su agrado, no necesitaba mirarlo para saberlo. Acomodé una hoja de lechuga con lentitud sobre otra.

—Sí, es la única persona de mi pasado así que no hay nada de qué preocuparse, lo conozco bien.

Silencio. ¿Acaso no sonaba lo suficientemente convincente? Añadí el filete de carne.

No había más que hacerles a los platos, puse un tenedor y cuchillo en cada uno y le entregué a Leonardo el suyo. Tuve que obligarme a ser valiente y mirarlo a la cara.

—Él podría venir a recogerte aquí —asentí una vez como si estuviera considerando esa posibilidad.

—No conoce la ciudad, yo tampoco, así que sólo nos perderíamos. Y no quiero tener que trasladarme de noche y sola —desvíe la mirada y serví agua en los vasos poniendo toda mi concentración en hacer que mis manos no temblaran.

—Si lo necesitas yo puedo pasar por ti.

—Oh, eso es muy amable de tu parte, pero no quiero ser una molestia. Además, él ya hizo las reservaciones del hotel y todo eso.

Silencio, tragué saliva.

—¿Y cuántos días planeas pasar fuera?

—Hablé con Clare esta tarde y me dio el sábado y el lunes, voy a reponer esas horas en la semana, no te preocupes. Él llegará el viernes por la tarde.

Era una mentirosa, pero era una mentirosa responsable.

Leonardo dio un largo trago a su vaso de agua y me miró. Pensé en Adrián, concentrada en mi único objetivo, hacer esto bien me aseguraría tener al pequeño niño de sonrisa traviesa a mi lado de nuevo y era lo que más quería en el mundo.

UNA DAMA DE CRISTAL (SAGA LA VIDA DE ELLAS) #Olimpiadasliterarias23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora