Capítulo 84

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Sus manos con la agilidad de un ave emprendiendo vuelo, se aferraron con firmeza a la primera rama que pudo sostener su peso, mientras que con un fuerte impulso despegaba con divino encanto sus pies del suelo, como si no pesase absolutamente nada. Los perros comenzaron a ladrar desbocados, chocándose unos con los otros en la base del árbol mientras ellos se impulsaban poco a poco hacia arriba. Emocionados, los tres animales parados sobre sus patas traseras, saltaban con violencia contra el tronco del árbol deseando poder trepar también. Arremolinados bajo el árbol gimoteaban, dando vueltas en círculos deseando participar del tonteo también. Lo hacía ver fácil, sencillo de imitar ¿No estaba tan alto no es verdad? Cualquiera podía competir con él por el momento. Pero demostraba gran manejo de su propio cuerpo cuando nuevamente se impulsó hacia arriba, con esas zapatillas que francamente no habían sido hechas para aquella laboriosa tarea encomendada. Pero era un chico bastante listo, aún sin saberlo, su cabeza se había encargado de crear el mapa que debería de seguir, unos distintos al que cualquiera pudiera elaborar. Sabía de antemano una aproximación de su peso y la resistencia de las ramas, podía entonces jugar y osadamente apostar en que podía confiar en velocidad en la resistencia de las ramas más delgadas. Hoodie y Masky eran más apegados a su seguridad, uno quizás más que otro, pero se mantenían en un estándar evidente para evitar caer a la nada misma, no podrían en peligro su vida por una tontería. Tobías lo estaba pasando bien, de todas maneras, escalar era su tarea favorita, desde muy niño. Había aprendido sólo y con los "ojos entrenados" era capaz de reconocer en cuáles podía confiarse y cuáles otros eran una gran pérdida de tiempo. Sin perder la mente en tonterías, simplemente se afirmó en una rama para mirar hacia abajo y confirmar lo mucho que había subido, bastante. Se sentó sobre una de las ramas más firmes para poder tomar algo de aliento, temblando ligeramente por el esfuerzo y el viento frío que aumentaba según aumentaba su altura en aquel magnánimo árbol viejo. Afirmó sus manos en la madera, inclinándose ligeramente para ver si su amo lo estaba "mirando" si podía ver lo alto que había subido, pasando de ser un chico independiente a denotar firmemente su necesidad de aprobación "¿Me viste?¿Viste lo alto que subí?¿Viste lo increíble que soy?" Parecía pensar, con aquellos hermosos ojos clavados en el rostro inocuo y escamoso de la bestia a la cual culto rendía. Sus dedos estaban sangrando, las bases de sus uñas habían sido perturbadas, tornando su piel en una divina muestra de lo que la determinación era capaz de eclipsar. Con su pecho inflado de orgullo, respirando profundamente mientras el esfuerzo hacía temblar sus acalambrados músculos. Sentía sus abdominales encendidos fuego, mientras esperaba que los otros dos se acercarán más a su ubicación, sabiendo que difícil sería lograrlo por su cuenta. Eran un equipo después de todo, la victoria se conseguiría en conjunto. Más aun sabiendo el esfuerzo que Hoodie estaba haciendo, las alturas para él eran lo que los perros de caza para Tobías y las crisis de ansiedad para Masky. Cada uno tenía esa fibra sensible que sacudida sus cerebros y los sacaban fuera, pero que día a día debían de enfrentar para seguir adelante. Quien sabe cuándo un árbol sería la diferencia entre la vida y la muerte, donde el miedo no podría ser una excusa para evitar moverse y paralizarse. Tobías comprendía, debido a esto, esperaba pacientemente a que alcancen su altura, degustando del viento y de la serenidad que la falta de ruidos daba a su alrededor. Un golpe pesado sacudió su estómago cuando la frase nuevamente regresó a su paladar "falta de ruido". ¿Cómo que falta de ruido? Rápidamente giró su cabeza buscando algún motivo que podía desatar aquel extraño comportamiento ¿Qué sucedía con las tontas aves? Podía ver nidos a pocos pasos de su ubicación ¿Por qué no locas revoloteaban a su alrededor? ¿Por qué no defendían a sus hijos como fieras bestias? Eso no era normal. Miro hacia abajo para confirmar que los otros dos continuaban trepando el árbol. Todo parecía ir a la perfección. Colocó ambas manos en la rama y se deslizó poco a poco hacia delante para acercarse lo más posible al nido que tenía más a mano. Sabía qué hacer si un polluelo caía del nido, sabía reconocer los nidos y ubicar al animalito, era parte de su trabajo. Pero así también conocía la fiereza de la madre al tratarse de un nido ocupado. Tomó con firmeza el nidito y lo observó, inclinado ligeramente hacia delante. Sangre, sólo había sangre en cáscaras rotas, espolvoreado con plumillas grises del tamaño de una moneda de 10 centavos. El olor a carne podrida llenó sus fosas nasales, trayendo recuerdos que francamente no debía de traer al presente. Vio sus propias manos llenas de sangre y pelaje del fiero cánido muerto antes de sacudir su cabeza y espantar el recuerdo. Colocó el nido en su lugar elevando ligeramente los hombros, esos pequeñitos no habían tenido suerte. Elevó su mano para tomar otro y observarlo, sangre y muerte. ¿Dos? Eso era raro... o una simple coincidencia. Tomó el siguiente y el siguiente... Y el siguiente... se había establecido entonces un patrón, para cuando Hoodie y Masky llegaron a su ubicación ya incluso había formulado una conclusión. Mala suerte y el árbol había sido atacado por otro animal. No les dijo nada a los otros mientras chocaba su puño en ademán amistoso.

MokshaWhere stories live. Discover now