Capitulo 17

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Ligeramente como un susurro, se extendía el ensueño por sus agarrotados músculos mientras el muchacho yacía recostado sobre el sillón, con su tierna cabeza puesta sobre el regazo del adulto mientras observaba la televisión de reojo, una película romántica estaba en su pleno apogeo pero realmente aquello no le importaba en lo absoluto. Suavemente el hombre acariciaba los cabellos del muchacho con la vista fija en la televisión, luego de cenar por mucho que quisiera retornar a los brazos de Morfeo, su propia cabeza dando vueltas una y otra vez sobre diversos temas no le dejaba siquiera recostarse en su cama. El menor levantó la vista de la televisión y la fijó en el rostro del adulto ligeramente curioso, bostezando suavemente mientras deslizaba su pequeña mano hasta sujetar la del adulto con cuidado, como si estuviese intentando darle su apoyo.

-¿Qué sucede? Estás cansado ¿Por qué no vas a dormir?- le preguntó de forma cariñosa mientras bajaba la inocua vista desde la televisión hasta el rostro del menor, una sonrisa se dibujó en su voz mientras deslizaba su mirada por aquella tersa piel. Su suave y pueril rostro imberbe, el niño que nunca crecería, aquellos hermosos orbes avellanos que realmente parecían borrar galaxias a su paso con un solo pestañeo. Hijo de la oscuridad nacido en cuna fértil bajo aquellos lares, rodeado de pinos y soles en muerte agónica. Oh divino muchacho que pese a su bondad aún reinaba bajo aquella sombra eterna que lo mantenía sumido en aquel lugar desprovisto de fe. Sonrió suavemente antes de suspirar.

-No, está bien- le respondió llevando la mano del adulto hasta su rostro infantil, donde sin más lo colocó allí mientras cerraba sus ojos. Aquel solo movimiento llenó de una indescriptible paz al mayor que simplemente lo observaba, encogiéndose ligeramente de hombros- no estoy tan cansado realmente- claramente Tobías era el mayor perro de compañía que en su vida había tenido, ese muchachito se quedaría a su lado con sol, lluvia e incluso si fuego cayera del cielo. Llevaba la fidelidad hasta un punto tan inflexible que no sabía cómo responder a ello. La única explicación que podría darle a ello era que se trataba de sus muchachos, ellos no jugarían de otra manera que no fuera ésta pues así habían sido educados y estaba orgulloso de ello. Incluso Hoodie y Masky quienes dormitaban en los otros sillones, demostraban que se mantendrían a su lado pase lo que pase. Por un momento no pudo evitar emocionarse ligeramente pues esta era una de las millones de veces que le habían demostrado aquel lujo con el que contaba, aquellos no eran simplemente perros, vasallos, esclavos ni ciervos ni lobunos mensajeros, como la mayoría de las personas pensaba, para él eran más que eso, su familia, sus más perfectas criaturas y fieles hijos. Sonrió ligeramente cuando vio a Hoodie acurrucarse mejor en el sillón, envolviendo sus brazos alrededor de Masky quien aún parecía divagar entre la dualidad propias del sueño y mantenerse despierto- estamos mejor aquí- finalmente le explicó el menor mientras sonreía suavemente, enseñándole parte de sus dientes blancos.

-Entonces estoy bien con ello- se limitó a responderle mientras recorría aquella suave y tersa piel con la punta de sus dedos, acariciando finalmente la barbilla del menor mientras la levantaba ligeramente hacia arriba para observarla mejor- ¿Quieren ver una película o algo así?- el menor abrió sus ojos suavemente antes de sacarle ladea la cabeza para observar a los otros dos, quienes repentinamente se encontraban despiertos, con los rastros del sueño pintados en la piel. Ligeramente la criatura rió mientras la nostalgia se hacía presente en la habitación, ya no los veía tal como eran, recuerdos se mezclaban con la realidad y allí, frente a él se encontraban dos niños de rodillas raspadas, increíblemente ruidosos que corrían a mandarse al frente mutuamente ¿Cuándo el tiempo se había convertido en un lastre sobre sus cabeza? ¿Desde cuándo Brian no sonreía de aquella manera tan plena? Recorrió aquel rostro juvenil reconociendo algunos guiños a su infantil recuerdo, los mismos ojos que reflejaban curiosidad, los mismos labios que mordía cuando se encontraba ansioso, era tan idéntico pero distaba tanto de su presente que le provocaba una sensación irreconocible en el pecho. Masky era otra historia, aquellos castos ojos que tiempo antes había secado con sus propias manos, ahora tenían un brillo diferente, maduro, alejado tanto de lo dócil que en su más tierna infancia había demostrado ¿Su mundo había quedado enterrado junto al cielo aquella fatídica era oscura? Muchos sentimientos fueron enterrados bajo camas de tierra y flores que se erosionaban al contacto con lágrimas ajenas que nadie quiso consolar. Apartó las ideas turbias de su cabeza antes de dar un par de golpecitos a su lado en el sillón, casi con invitándolos a reunirse allí como tiernos felinos que retozaban dando cariño al amo que en casto reinado se mantenía silencioso en el sillón. Hoodie fue el primero en moverse, sin más, tallando sus ojos con cuidado mientras se desplomaba al lado de la criatura como si se tratase de un dios benevolente. Masky le siguió de cerca, con cautela.

MokshaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant